Con apenas 10.000 habitantes y ubicado a 40 minutos de Barranquilla, los pagos digitales son una realidad en Usiacurí (Atlántico), el segundo municipio artesanal de Colombia. Para dar un orden de magnitud, digamos que su población tendría que multiplicarse 74 veces para ser igual que la de Cúcuta.
En un entorno en que el calor invita a hidratarse sus habitantes, a que lleve artesanías de palma de iraca y los mototaxistas a que recorra las que otrora fueran las calles del poeta Julio Flórez.Los pobladores dicen que usted les puede pagar utilizando su celular. Ellos le apostaron a tejer un futuro más digital.
Esto fue posible porque artesanos, autoridades civiles y miembros de la comunidad educativa decidieron, de la mano de una entidad financiera, dar este salto en 2018. Escaneando un código QR o haciendo transferencia a una billetera móvil, se venden zapatos, cestos, sombreros o carteras usiacureñas o se le paga al del mototaxi. También adquieren seguros.
El conocimiento de esta alternativa y el desarrollo de ventas en línea ayudó a que los ingresos ese pequeño municipio, cuya economía depende principalmente de sus artesanías, resistiera de una mejor manera el tsunami de la pandemia reciente.
Aunque no alcancemos a percibirlo, hace 40 años tomaba varios días realizar un giro entre dos ciudades diferentes. Algo similar pasaba cuando se pagaba con un cheque.Ni siquiera con la aparición de la internet el sector financiero había podido llegar a toda la población. Por eso, en 2006 la mitad de los adultos del país no contaba con algún producto de depósito o de crédito. Es decir, no estaban bancarizados.
Afortunadamente, la perspectiva mejoró. El crecimiento del acceso a la internet, la masificación de los corresponsales bancarios, los constantes desarrollos de entidades financieras, una mayor cultura digital de la población y exitosos esquemas de subsidios, como Ingreso solidario, hicieron posible que hoy 92 de cada 100 colombianos ya tengan algún producto de depósito o crédito.
Este salto y la historia de Usiacurí suenan bien, pero esconden realidades de temas que siguen inconclusos en la agenda y que los futuros mandatarios locales podrían consideraren sus planes de desarrollo. La generación de confianza sobre los beneficios de la formalización, el acceso al financiamiento formal, el aseguramiento y la consolidación de entornos de pagos digitales son solo algunos de estos asuntos.
Y es que algunos prefieren no asegurar sus bienes o su vida, acuden al gota a gota o solo reciben pagos en efectivo para no pagar impuestos. Enfrentar estos retos no requiere la creación de un banco o una secretaría con nombre de banco. La experiencia ha demostrado que al Estado no le va bien haciendo labores de intermediación financiera, porque los recursos se terminan dilapidando.
Ya está probado que, al igual que en Usiacurí, es deseable establecer alianzas con entidades financieras(Yo me bancarizo, programa de la saliente administración municipal es un modelo). Asimismo, es factible tocar la puerta del Fondo Nacional de Garantías y de agremiaciones, como Asomicrofinanzas,para estructurar esquemas de crédito dirigidos a microempresarios de la región (por ejemplo, de segundas oportunidades para reportados en Datacrédito).
Adicionalmente, aunque los seguros no son un tema taquillero, evitan que las personas caigan en trampas de pobreza (tema de una próxima columna). Con Fasecolda se pueden revisar alternativas.
Todo nos permitirá seguir tejiendo un futuro más digital, con mayores ingresos y en el que estemos más protegidos. En un municipio de 10.000 habitantes decidieron dar ese salto.
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