En Netflix hay un documental que se llama: “Cómo se convirtieron en tiranos”. Con ejemplos históricos de la vida real, presenta el típico manual para lograr el poder absoluto. Para eso es necesario destrozar las instituciones democráticas consagradas en la constitución política e instaurar un régimen totalitario en seis pasos. Veamos cuáles son.
Paso uno: “Conquistar el poder”. Como en una democracia no se puede tomar el poder por la fuerza (ya se intentó), entonces para llegar hay que jugar la farsa, posar de demócrata, aliarse con lo peor, hacer lo que sea (“perdón social”, “correr la línea ética”) e infundir miedo (paro armado del Clan del Golfo) y populismo con subsidios, subsidios y más subsidios. Si la receta sirvió para conquistar el poder nacional, también la usaran para conquistar el poder territorial. Adolfo Hitler demostró cómo un tirano se toma el poder por la vía democrática.
Paso dos: “Acabar con tus rivales”. No se puede confiar en nadie, hay que cuidarse la espalda del (“enemigo interno”) y Sadam Husein lo hizo mejor que ninguno. Fidelizar la fuerza pública a través de purgas y ascensos de oficiales leales, manejar la comunidad de inteligencia, todo necesario, aunque insuficiente. Hay que dotarse también de una fuerza política armada propia, las milicias urbanas. Lo hizo el régimen nazi con la Gestapo y los SS, Castro y Chávez también (100.000 “gestores de paz” subsidiados con un millón de pesos) que puedan rápidamente desplegarse (motos en el estallido social), ejercer violencia y estar dispuestos a morir por el “mesías”. Que el congreso claudique su capacidad deliberativa para defender el estado de derecho y si se resiste pues cerrarlo del todo. Hitler incendió el Reichstag para eliminar el poder legislativo. La última esperanza de nuestro estado de derecho está en la corte constitucional.
Paso tres: “Gobernar a través del miedo”. ¿Cómo se somete a la población, a través del miedo o del amor? IdiAmin tuvo la respuesta según el documental. Hizo el curso con los británicos en el ejército colonial. Ah, ¿no quieren aprobar las reformas a las buenas? Entonces con el pueblo se hará a las malas porque, ya lo vieron, el pueblo está con el tirano. ¿Y el poder judicial? El presidente tendrá la última palabra por encima de los jueces y fiscales, algunos de los cuales según el comunicado de ASONAL, parecen en contra de defender su propia independencia.
Paso cuarto: “Controlar la verdad”. Propaganda, desinformación y censura fueron el método de Iósif Stalin para alcanzar el objetivo. Difamar y calumniar a quien no está de acuerdo. Hay que atacar a los medios de comunicación, repetir que son “prepagos, todos desinforman todo el tiempo” (“a diario la actividad de prensa colombiana de desinformación”).
Paso quinto: “Crear una sociedad nueva”. La libertad de expresión, el estado de derecho y la constitución política son trabas para rediseñar la sociedad. Lo entendió Muamar El Gadafi quien suprimió las libertades civiles. Claro, eso no se hace de frente porque el populismo sirve de camuflaje (“diálogos regionales vinculantes”). Subsidios para asegurar una base de jóvenes esclavizados por el clientelismo gubernamental, que pierden la motivación de estudiar y trabajar, despojados de su dignidad humana.
Paso seis: “gobernar para siempre”. Obtener el poder es muy difícil, retenerlo lo es aún más. En Corea del Norte la dinastía Kim encontró el secreto: autoproclamándose dioses o mesías que por ejemplo salvarán al mundo del cambio climático.
Decía Agatha Christie, “una coincidencia es solo una coincidencia, dos coincidencias son una pista, tres coincidencias son una prueba”.