Concluye el año 2025 con todos sus altibajos en Colombia. De una parte, el surgimiento de nuevas fuerzas activas de ciudadanos que buscan cambios orientados a superar tantos atrasos acumulados y tantas turbulencias de degradación de la nación. Frente a ese empeño renovador, las fuerzas aferradas a la continuidad de un Estado fallido y al statu quo que representa la negación de beneficios colectivos.

Es la oposición codiciosa en defensa de unos privilegios generadores de la desigualdad y por consiguiente de la pobreza, con subestimación de los derechos que buscan enaltecer la existencia humana.

A esa confrontación se agrega la violencia generada por los grupos armados de todas las vertientes. Articulados a las mafias del narcotráfico, su activismo es criminal, aplicado principalmente a los sectores de base de la comunidad. Hasta las organizaciones que se alineaban como promotoras de los derechos sociales, contra la división clasista predominante terminaron en el mismo rumbo del paramilitarismo, sin importarles las víctimas que van dejando en ese ejercicio perverso.

La encrucijada colombiana tiene características muy complejas y se requiere un frente amplio capaz de promover un movimiento por encima de quienes se atraviesan a la construcción de una nación democrática que garantice una gobernanza en función del bienestar de todos.

El Estado social de derecho consagrado en la Constitución no puede ser una expresión vacía y tiene que servir de soporte de principios fundamentales para la consolidación en Colombia de condiciones de dignidad sin discriminación alguna.

Colombia debe dejar sepultado para siempre el régimen feudal que afecta la propiedad de la tierra y es caldo de cultivo de la violencia y de la pobreza. La comunidad rural tiene que recobrar cuanto le pertenece y demostrar que su trabajo productivo es fuente de riqueza nacional en beneficio de todos.

Se requiere que 2026 sea un año de amplia apertura para el fortalecimiento de acciones que no pueden seguir al vaivén de circunstancias deleznables. La paz es una prioridad, a la cual se le debe dedicación sin pausa.

Se impone proceder con lucidez en ese objetivo, tomando en cuenta todas las experiencias que se tengan al respecto. A lo logrado en varias negociaciones y a los desacuerdos recurrentes hay que tomarlos en cuenta para seguir abriendo espacios que lleven a resultados nuevos. Y en esto cuenta mucho el avance que se gane en políticas sociales que curen heridas del conflicto armado y muestren los beneficios de la reconciliación.

El movimiento progresista debe demostrar coherencia que contribuya al estímulo de las propuestas de renovación, mediante las cuales se demuestre que con la democracia es posible salir con fluidez de los entramados una oposición que utiliza todas las formas de distorsión que generar miedo.

Sus narrativas no resisten la prueba de la verdad, pero hay que demostrarlo en los actos públicos.

Es la defensa de la nación, llamada a entrar en una nueva etapa histórica donde predominen la transparencia, la verdad, la justicia, la paz contra todos los males consentidos por quienes han aprovechado el poder con negación de la decencia.

Que 2026 sea el año para consolidar una nueva nación.

Puntada
Los que se complacen con las pretensiones de Donald Trump son mercenarios alineados contra la democracia y contra Colombia.

ciceronflorezm@gmail.com

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