Decía mi padre que es difícil creer de entrada que una persona elegida para regir los destinos de una comunidad - entendiendo por tal en nuestro caso la nación y las entidades territoriales - tenga en mente no hacer lo que le corresponde o negarse a hacer bien la labor encomendada. Además, es sabido que el éxito de una labor gubernamental se conoce con el transcurrir tiempo.
El alcalde saliente, Jairo Tomás Yáñez Rodríguez, conquistó la alcaldía de Cúcuta seguramente por el tedio popular con las administraciones precedentes y la expectativa de lo que podría realizar un hombre de empresa. No seré yo quien juzgue. El tiempo lo dirá. Lo que sí puedo asegurar es que, en el acto del 20 de noviembre celebrado en la alcaldía municipal, acto protocolario que dio inicio al proceso de transición de gobierno, el actual burgomaestre dio la orden de atender plenamente los requerimientos de las comisiones de empalme y recordó los tropiezos que él tuvo en su propia transición. Es más, hubo tanta empatía entre los mandatarios saliente y entrante - Jairo Yáñez y Jorge Acevedo - que a la pregunta pertinente de un periodista al alcalde Yáñez sobre sus relaciones personales con el nuevo alcalde, Jorge Acevedo se apresuró a contestar que serían cordiales y seguirían trabajando mancomunadamente. En realidad, pocas veces se ha encontrado tanta información organizada por la administración saliente para un empalme.
El título de la columna de hoy, que lo tomo de una obra de Graham Green con su respectiva variación, significa que no nos equivocamos al elegir a Jorge Acevedo y ello se advierte nítidamente con los colaboradores capaces que ha designado para las secretarías y otros departamentos de la administración, como Juan Bocanegra Chacón y Diego Villamizar, personas muy preparadas, como director de Planeación y secretario de Seguridad Ciudadana. Con la inseguridad que se vive en todas las ciudades de Colombia esto de “seguridad ciudadana” hay que entenderlo dentro de la institucionalidad y que serán medidas concertadas dentro de la administración y otras autoridades pertinentes.
¿Y la Gobernación? Desde otro punto de vista, nadie puede objetar la elección del ingeniero William Villamizar Laguado porque con sometimiento a todas las normas electorales fue elegido por voto popular, y, una vez elegido, es el mandatario de toda la entidad territorial denominada Norte de Santander. No importa que anteriormente haya sido elegido y reelegido, la ley lo permite y el constituyente primario lo eligió con un guarismo electoral impresionante y suficiente.
De manera que con William Villamizar Laguado y Jorge Acevedo Peñaloza, como gobernador y alcalde, respectivamente, sigue el departamento y la ciudad capital buscando el camino del desarrollo y prosperidad en todo sentido, como lo pensaron nuestros mayores a principios del siglo pasado, cuando plantearon la creación de un departamento nuevo al norte del entonces departamento de Santander, lo que se consiguió el 14 de julio de 1910, con la coadyuvancia del general Benjamín Herrera y otros patricios de la región hoy olvidados y que en distintas intervenciones mías en la Gobernación, en la fecha citada y en el reciente Diplomado de la cucutaneidad, me he propuesto revivirlos.
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