La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
“Me emberraco, luego existo”
El filósofo francés se refería a la pensadera que se nos mete a veces y empieza uno a caminar para un lado y para el otro.
Authored by
Martes, 20 de Octubre de 2020

(A José Ernesto Becerra Golindano)
  
Yo no sé quién tiene la razón, si Descartes cuando dijo su famosa frase “Pienso, luego existo”, o un amigo venezolano que me dijo la semana pasada desde San Cristóbal: “Me emberraco, luego existo”.   

O de pronto ambos. Porque el filósofo francés se refería a la pensadera que se nos mete a veces y empieza uno a caminar para un lado y para el otro, como perro con sarna. O a las madrugadas aquellas en que se va el sueño y empieza uno a dar vueltas y vueltas en la cama y piense y piense tantas cosas hasta que escucha el cariñoso y conocido grito: “¿Es que no va a dejar dormir?  Seguro anda pensando en alguna perra por allá quién sabe de dónde”.   

-Don René –le preguntaron a Descartes cierta vez- ¿por qué será que a veces pensamos tanto y tanto, y seguimos pensando y nada se nos ocurre?

Don René puso la cara de aburrido que ponen los filósofos cuando piensan y dio la gran respuesta: “Si pienso es porque estoy vivo, o no? Pienso, luego existo”. Descubrió al agua tibia el amigo filósofo y se hizo famoso. Lo que es la vida. También yo descubro muchas veces el agua tibia, y no me he vuelto famoso. 

El problema es que a la gente que no piensa, la manejan.  “Vamos a la minga”, dice una voz desadaptada. Y muchos, sin pensarlo, se van a la minga. “Vamos a quemar Cais”, dice la voz. Y los que no piensan, queman Cais. No piensan, luego no existen. Viéndolo bien, Descartes tenía razón.

Y razón tiene mi amigo el venezolano. Vive arrecho, luego existe. ¿Y quién no se arrecha sin luz, sin gasolina, sin internet, sin pan y sin leche? Me cuenta el hombre que la luz llega cada diez o doce horas y en dos horas la vuelven a quitar. Que para conseguir gasolina para el carro, hay que hacer colas de hasta diez cuadras, cuando la gasolina llega. Y Venezuela era el primer país productor de petróleo de Suramérica. Al no haber energía eléctrica, las comunicaciones no existen. En los supermercados no se consigue comida. Mi amigo, y todos los amigos, y toda la gente, viven arrechos. Señal de que por lo menos  están vivos.

Sin ir muy lejos, aquí también uno se emberraca. No es posible que por la calle transite gente sin tapabocas. El gobierno dijo que cada quien se defienda como pueda, y fue como si hubiera dicho que cada quien se muera como pueda. No se cubren con mascarilla, no se lavan las manos con jabón, y ni siquiera se echan del alcohol que regalan en las entradas de los supermercados. Al distanciamiento de dos metros, persona a persona, también se lo pasan por la faja. Mejor dicho, se volvió el despelote. Uno también se arrecha al ver ese relajo. Y según la teoría de mi amigo, nos arrechamos porque estamos vivos. 

Cuando hablo de estar arrechos me refiero lógicamente a  estar bravos, con la piedra afuera. Hago la aclaración para evitar malos entendidos porque en algunas partes la arrechera coge otros caminos.

Resumiendo: Descartes nos aplica la prueba del conocimiento, de la pensadera. Si pensamos es porque estamos vivos. En Las Mercedes había un mediquín que le aplicaba al moribundo la prueba del espejo. Se lo  acercaba a la nariz del enfermo y si lo empañaba, el paciente no estaba muerto. “Todavía resuella”, decía el especialista.

Y mi amigo tachirense dice que tiene la certeza de estar vivo, porque todo el día, todos los días, vive emputecido por la situación de su país. 

gusgomar@hotmail.com

Temas del Día