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Mayo es una fiesta azul, de luna y de sol
Es anfitriona en la Casa del Padre, donde José ha construido un hogar amable, de madera, donde nos espera especialmente en mayo.
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Lunes, 5 de Mayo de 2025

María adorna bonita la casa, con matas, manteles hilados en su rueca, cosas sencillas, abrevaderos para los animales, jaulas abiertas para el regocijo de los pajaritos, pienso fresco para el burro, faroles y campanas.

Riega rosas, orquídeas y jazmines fragantes, camina por un sendero de lirios y se sienta a tejer ilusiones, mientras el viento dibuja, con sus dedos de espiga, el eco de la alegría y la gracia infantil de Jesús, quien regresa con José, de la carpintería, en un círculo mágico de hogar, taller y naturaleza.

No imagina que, años después, descendería las escalas del sepulcro con un profundo dolor y vería las sábanas blancas, vacías, en manos de ángeles, como testimonio de la redención de las angustias del mundo.

Ahora, se siente sola, triste, y su alma buena solloza y lamenta que la corona de flores del niño se hubiera cambiado por una de espinas y el arte de carpintero, enseñado por su padre, por una cruz de desprecio.

Desconsolada, entiende -con humildad-, que la profecía divina se ha cumplido y, que es madre de una humanidad afligida, de la que debe ser estrella luminosa y serena, para orientarla a su refugio de amor.

Es anfitriona en la Casa del Padre, donde José ha construido un hogar amable, de madera, donde nos espera especialmente en mayo, con su dulce sonrisa de cristal y el bello efecto de una fiesta azul, de luna y de sol.

Y bendice con ternura nuestro rosario matinal, para cedernos su propia esperanza maternal, similar a la placidez de la luz cuando reposa en un lago tranquilo, anunciando la aurora en el corazón.


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