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Malos amigos
Santos no tuvo suerte. Le faltó un consejero serio y desinteresado, pero de eso tan bueno ya no hay.
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Viernes, 12 de Enero de 2018

El presidente Juan Manuel Santos afronta una de las peores imágenes de los últimos mandatarios y no ha encontrado la manera de salir del hoyo en que lo han metido una oposición imaginativa, manejada por ex amigo que debería dedicarse a montar agencia de publicidad especializada en asesorar a los aspirantes a un cargo público. El éxito, por lo visto, estaría garantizado. 

Santos ha debido conseguir los servicios de empresa de asesoría de imagen, pues no ha podido conseguir el favor popular a pesar de todos los esfuerzos que ha realizado en muchos campos, incluyendo la finalización de un conflicto armado que se prolongó por espacio de más de cincuenta años y la obtención de premio buscado por todos sus últimos antecesores: el galardón de la paz. 

Pero a pesar de su trabajo ha tenido un lunar que le han cobrado con sangre: los pésimos nombramientos desde su posesión hasta el día de hoy. Las metidas de pata han ocurrido en todos los campos, desde los más altos hasta los más humildes.

Los errores empezaron desde la selección del primer vicepresidente, viejo líder sindical que se dedicó a conspirar. A nadie le quedó duda que Angelino Garzón era uno de los grandes enemigos de Santos y critico mordaz de todas las actuaciones. Se confirmó la desconfianza contra los vicepresidentes, que hicieron suprimir el cargo.  

Los errores continuaron luego en cargos de menor importancia y siguieron con varios ministros, incluyendo dos damas que eran pareja y las cuotas de parlamentarios. Ninguno era amigo sincero.

Además, quiso tranquilizar a su peor enemigo, al cual le ofreció infructuosamente varios ramos de olivo. Olvidó que era tigre hambriento que quería y quiere su puesto.

Otros enemigos fueron nada menos que personas favorecidas por la generosidad burocrática. Entre ellos un desconocido al que nombró viceministro, ministro y embajador en Washington y que se volteó. Tamaña traición no se había visto desde los tiempos del amigo Judas. ¿Y qué decir de los noticieros y su vieja empresa? Más odio no se puede mostrar. También falló su segundo vicepresidente, que mordió la mano que lo ayudó a encumbrarse. Y para rematar: el tesorero de sus dos campañas tiene una pata en la cárcel.

Santos no tuvo suerte. Le faltó un consejero serio y desinteresado, pero de eso tan bueno ya no hay. Al próximo presidente le aconsejo que piense bien antes de firmar los decretos. Es posible que esté consiguiendo un rival y un enemigo. GPT .

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