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Los pasos de Serafín
Sus paisanos le abren las puertas y el corazón, y le brindan guarapo. 
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Martes, 1 de Agosto de 2017

Yo no sé en qué pasos andará Serafín Bautista Villamizar, pero me imagino que son buenos, porque los poetas siempre andan en buenos pasos. Y desde que lo conocí, por allá a comienzos de la década de los noventa del siglo pasado, el hombre  no da pasos sino zancadas, a la pata de sus sueños.

Su primer libro, La espada en el corazón, era en verdad un libro modesto, de formato pequeño, pero ya su visión poética era grande. Tuve la fortuna de acompañarlo a su natal Arboledas al lanzamiento de ese libro, como muchas veces lo he vuelto a hacer, y pude darme cuenta del afecto que en todas partes le profesan a este hombre de letras.

Sus paisanos le abren las puertas y el corazón, y le brindan guarapo. Y el poeta se deja atender con su sencillez y su modestia y su don de gentes. Hasta un poema suyo, tallado en piedra, vi que habían puesto alguna vez en el parque de su pueblo.  

Fue rector de los colegios de Villacaro y Durania, y puedo dar fe de la estimación que la gente de esos pueblos le sigue profesando. Los señores lo buscan, las señoras lo llaman y las muchachas lo persiguen. Y Serafín les responde con cariño y con poemas.

Digo todo esto porque el título de su último libro, Hasta el viento olvidará mis pasos, no me convence. Creo que Serafín, por falsa modestia, quiere dar a entender que nadie lo recuerda ni lo recordará. Y eso no es cierto. Por donde quiera que transita, Serafín deja pasos de buena persona, de buen amigo, de excelente escritor.

Hasta el viento olvidará mis pasos es un libro de poemas y de prosas selectas. Allí hay de todo como en botica: cuentos, crónicas, ensayos, poesía, folclor, humor, amor y lágrimas. Para todos los gustos, porque Serafo, como le dicen sus admiradoras y amigos, sabe darles gusto a todos.

Mañana, miércoles, segundo día del mes de las cometas, Serafín Bautista hará la presentación de éste, su más reciente libro, en la Torre del Reloj. La furrusca se prenderá a las siete de la noche y habrá vino y poesía y abrazos y piquitos y apretones de manos.
  
Allá estaremos los amigos de Serafín, algunos íntimos y otros no tanto, para decirle que ni el viento olvidará sus pasos, porque sus pasos son de animal grande en el mundo de la literatura regional y nacional. Hace poco, por ejemplo, quedó de finalista en el concurso de cuento, organizado por el Ministerio de Educación y en el que participaron miles de escritores. Y sus canciones son cantadas y bailadas por diversas orquestas y muchos bailarines. Sus poemas son recitados por estudiantes. Y sus cuentos han sido dramatizados por diversos grupos escénicos.
   
Estamos en mora de ofrecerle a Serafín Bautista un homenaje de racamandaca, como decía su amigo y compañero de Escribarte, Pedro Cuadro Herrera. Un homenaje grande, para que vea y sienta Serafo que nadie, ni en los colegios, ni en los círculos literarios, ni donde haya mujeres, olvidará su nombre, ni sus pasos.
   
Ha dejado ya honda huella de poeta, de maestro, de amigo y de amador. Por eso es falso el título de su libro. Por eso mañana lo estaremos acompañando para exhibir el nombre de Serafo como un estandarte en el universo literario, a donde sólo llegan los de zancadas grandes e imborrables como Serafín Bautista Villamizar. 

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