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Los hombres y San José
Lo de celebrar el 19 de marzo, fiesta del santo carpintero de Nazareth, el día del hombre, es para nosotros los creyentes todo un honor.
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Miércoles, 15 de Marzo de 2017

A última hora nos acomodaron a los hombres el día de San José, como nuestra fiesta, para tratar de arreglar un poco las cargas en relación con la mujer, pues a ellas les celebran su día con bombos y maracas y platillos (y trompetas), mientras que los hombres nos quedamos mirando para san Felipe, a la espera de alguna conmemoración.

Lo de celebrar el 19 de marzo, fiesta del santo carpintero de Nazareth, el día del hombre, es para nosotros los creyentes todo un honor y todo un orgullo, sabiendo que  contamos en el cielo con un gran defensor de nuestros derechos, tan venidos a menos desde que las mujeres tomaron las riendas de la casa.

De José se dice que fue un santo varón, lleno de sumisión, obediencia y humildad, razón por la cual las mujeres lo escogieron como patrón de los hombres, con la seguridad de que el santo nos iba a servir de ejemplo, para que fuéramos como él.

Las cosas son como son y si no, no son. María, con todo lo divina que era, también era humana. Dios escogió para su mamá a una mujer, y las mujeres, mujeres son. Dicen que mujer que no echa vaina es un hombre. Y pienso, con el debido respeto, que María también cantaleteaba al pobre José: “Vaya al pozo, tráigame agua, y no se quede en el camino hablando con sus compinches”. “No me llegue tarde esta noche porque no lo dejo entrar”. “Mire a ver, José, cómo están las herraduras de la burrita porque el camino a Belén es largo. Sirva para algo”. “¿Dónde estaba? ¿En la taberna? Venga sópleme un ojo a ver si huele a vino”. “A ver, hágame la pategallina”. “Y deje de arrugar la cara cuando le hablo de Gabriel”.

El pobre José agachaba la cabeza,  sin chistar ni mu, y se marchaba cabizbajo a cumplir las órdenes de la patrona. Por eso, repito, las mujeres lo escogieron como nuestro modelo, nuestro patrón. Y a fe, que lo han logrado.   

Lo único que no me gusta del santo es que lo llamen padre ”putativo”, una palabreja que se presta a cierto juego malicioso de interpretación. Alguna vez, una amiga me presentó ante sus amistades, con un tonito burlesco: “Les presento a quien es para mí como mi padre putativo”. Todos se rieron y me hicieron poner colorado, pero entonces yo reviré: “Sí señores, yo soy como  su padre putativo y ella como mi hija putativa, aunque no siempre con tiva”.

No sé cómo se sentirá José en el cielo cada vez que le digan “putativo”, aunque, viéndolo bien, por su humildad ni bolas le parará a la palabreja.
   
A san José lo pintan como un venerable anciano, de barba larga y manos callosas. Lo de las manos callosas puede ser cierto por su trabajo de carpintero, manejando el serrucho (en el buen sentido de la palabra), la garlopa y el cepillo. Lo de la barba larga, también, en una época en que escaseaban las ojillas de afeitar y aún no había maquinitas rasuradoras.
   
Pero lo que sí no es cierto, es lo de su avanzada edad. El tipo era joven, bien parecido, barbado sí, pero de barba cuidada, juicioso, trabajador y querendón con su mujer. El cuento de viejito se lo acomodaron muy injustamente.
   
Resumiendo. El próximo domingo 19.  los santos varones estaremos de fiesta. Vamos a probar a nuestras queridísimas mujeres, a ver con qué nos salen en esta oportunidad. Que se dejen ver, eso esperamos, para seguirlas queriendo, fieles, leales y sumisos. Como a ellas les gusta.

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