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Los dos años de Duque
El gobierno Duque llegó entonces al Palacio Nariño sin objetivo distinto al de hacer trizas el acuerdo de paz. 
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Domingo, 2 de Agosto de 2020

Esta semana se cumplen dos años del gobierno de Iván Duque y llega el momento de los balances. El actual presidente ganó las elecciones del 2018 tras encabezar una coalición de derecha que se conformó desde el mismo día del triunfo del NO en el plebiscito por la paz. Los enemigos del acuerdo con las FARC, liderados por el expresidente Uribe, supieron organizar una agenda, un discurso y un procedimiento democrático, con el fin de consolidar una sola candidatura. Muy hábilmente el jefe natural de la derecha colombiano escogió un candidato joven, moderado y sin pasado, con una tarea destacada en su primer periodo en el Congreso. 

El gobierno Duque llegó entonces al Palacio Nariño sin objetivo distinto al de hacer trizas el acuerdo de paz. Sin agenda propia, sin un gran propósito como nación y sin mayorías en el Congreso. En el campo de la seguridad, el orden público y La Paz, el gobierno se quedó congelado en el tiempo. No pudo hacer trizas La Paz porque se lo impidieron el respaldo internacional al acuerdo, la movilización de la sociedad civil, el blindaje de la Corte Constitucional y la ausencia de mayorías en el Congreso. Pero tampoco avanza en su implementación por una razón muy sencilla: no les gustan las reformas contempladas en su texto. El acuerdo está entonces engavetado hasta el 2022. Nada de ello sorprende. Lo que sí resulta novedoso es el fracaso del gobierno en su estrategia militar contra los grupos ilegales. La división del ejército y los escándalos de corrupción, han conducido a una gran ineficacia en la persecución al ELN, las disidencias de las FARC y las distintas bandas criminales. No hay éxitos militares en la prolongación del gobierno de la seguridad democrática

En materia de economía y política social el panorama era aceptable hasta la llegada de la pandemia. La economía se recuperaba, a pesar del crecimiento del desempleo, se mantenían altos niveles de inversión, se fijaron ambiciosas metas en educación, la ley de punto final en salud fue una noticia positiva y se avanzó sustancialmente en la política de energías renovables. Sin embargo, la reforma tributaria de finales de año anterior, que insistía en gabelas tributarias innecesarias a ciertos sectores, la reducción del presupuesto para la atención a las víctimas del conflicto y el estancamiento de la política de vivienda, son evidentes lunares en el manejo económico. 

Donde el desastre ha sido monumental es en la política internacional. Destruyeron en muy poco tiempo los esfuerzos de una política exterior seria y respetada en la última década, que permitió a Colombia una importante presencia en los escenarios multilaterales; diversificar la agenda; eliminar el requisito de las visas para el ingreso de colombianos a muchas naciones, incluidas las europeas; conseguir gran respaldo internacional al acuerdo de paz; crear la Alianza del Pacifico e ingresar a la OECD, por sólo mencionar algunos logros. La ideologización de la política internacional ha llevado a un caos, cuyo símbolo sin duda es el manejo de las relaciones con Venezuela, enfocada en mantener un discurso político-electoral interno para las bases uribistas y no en la estrategia internacional que se requiere para garantizar el fin de la dictadura en el vecino país. Con la alineación con Trump, el fiasco del concierto de la frontera, las operaciones encubiertas desde Colombia y la pérdida del liderazgo en Latinoaméri
ca, el gobierno Duque logró afianzar a Maduro en el poder, cuando se necesitaba una acción diplomática eficaz que forzara una transición pacífica y democrática en ese país. 

Y ahora estamos en pandemia. Ninguna opinión en este frente, sólo datos. Las cifras nos indican que en el promedio de la última semana somos quintos en el mundo en contagios y en el total ya vamos en el lugar 11. En los últimos días fuimos los primeros en número de muertos en proporción a número de habitantes, por encima de Brasil y México.

No es entonces un balance positivo el de estos dos años de gobierno de Duque, quien tuvo la oportunidad de pasar a la historia por ser el líder capaz de superar la polarización de la sociedad colombiana alrededor del acuerdo de paz. Ya es claro que no quiso, o no pudo hacerlo. 

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