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Las redes sociales
Es sintomático que los desórdenes en los estadios tengan como escenario las tribunas de los más humildes, de los gamines, de los pobres.
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Viernes, 29 de Diciembre de 2017

Las tribunas de los estadios se han convertido en escenario de ‘’proezas’’ de grupos de antisociales, producto de la pobreza, el desempleo, el analfabetismo y la falta de autoridad paterna, que han encontrado en el fútbol el instrumento para desahogar sus frustraciones, sus complejos y sus odios.

Es sintomático que los desórdenes en los estadios tengan como escenario las tribunas de los más humildes, de los gamines, de los pobres. Muestran sus complejos, su ignorancia, sus instintos asesinos, su falta de educación, su estrechez. La entrada muchas veces es fruto de la generosidad de su equipo favorito o el producto de abstenerse de comer con la idea de ahorrar para ver a su equipo. 

Por la falta de clubes de amigos o de organizaciones comunales, los estadios son el escenario para reuniones de amigos. Por eso, de vez en cuando se sufren las actuaciones de las llamadas ‘’barras bravas’’, un invento, ¡quien lo creyera¡ de los flemáticos ingleses, que tuvieron prohibida la entrada en varios países por culpa de los desmanes que protagonizaban. Eran tan salvajes que les tenían miedo en todas partes, al extremo de que tenían que dedicar grandes contingentes de policía para su vigilancia. Eran los famosos hooligans, que se conocían en toda Europa y se trasladaron primero a Argentina y luego a toda América Latina, incluyendo a Colombia, donde siempre hemos imitado lo malo.

Tal vez el auge local de la tremenda agresividad de nuestra juventud, que ojalá no se repita en 2018, es la absurda polarización que ha producido la actitud del ex presidente Alvaro Uribe Vélez, quien se convirtió, por odio, en el peor enemigo del presidente Santos Calderón. Actitud tan negativa no se veía desde los tiempos del laureanismo.  Y aquí, que no necesitamos gasolina para prender una peligrosa hoguera, se ha protagonizado pelea sin fin, que se ha trasladado a todos los escenarios, inclusive los estadios de futbol. Mal hacen quienes fomentan el odio. En Bogotá se acaba de dar ejemplo de cordura protagonizado por pareja de amigos quienes demostraron con hechos que si se puede ver el fútbol sin atacar a sus rivales. Algo que debe copiarse para las próximas elecciones, cuando se decidirá el futuro.

Muestra de la propagación del odio son las redes sociales, donde se lee todo tipo de insultos y de agresiones, hasta las más bajas y rastreras. Se dicen barbaridades, incluyendo calumnias que en otros escenarios serían cabeza de proceso sobre difamación. También se ven hinchas desconocidos que lucen cicatrices de puñaladas, disfraces y máscaras sobre los conjuntos predilectos de los bandidos que se han tomado los escenarios deportivos.  La utilización perversa de las redes ha logrado proezas en varias partes, como la elección de exótico personaje como presidente de los Estados Unidos, el retiro de Gran Bretaña de la Unión Europea, la división entre españoles y catalanes y la derrota del plebiscito sobre la paz en Colombia. El peligro de que el fenómeno se extienda, como una plaga, ya ha sido denunciado y se están empezando a tomar medidas. Aquí estamos ad portas de unas elecciones cruciales que corren peligro de ser manipuladas con mentiras y calumnias. Ojo, pues.  GPT

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