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Pone como ejemplo que cuando en 2016 se necesitaba adecuar uno de los aeropuertos más congestionados del mundo...
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Sábado, 21 de Marzo de 2020

Rahm Emanuel, alcalde de Chicago entre 2011 y 2019 escribe un artículo para la revista Foreign Affairs con el título de esta columna, que forma parte de un libro próximo a salir donde desarrollará sus ideas, que esboza en este ensayo. La idea central es que en las ciudades y sus gobiernos locales o metropolitanos recaerá la solución de los problemas actuales, y no en los gobiernos nacionales aquejados de ideologización, burocracia soberbia que lleva a la paralización y disfuncionalidad.

Pone como ejemplo que cuando en 2016 se necesitaba adecuar uno de los aeropuertos más congestionados del mundo, el aeropuerto O’Hare de Chicago, el gobierno federal de los Estados Unidos respondió con “crickets” que se puede traducir como “promesas huecas”, de esas que en Cúcuta estamos cansados de recibir. La ciudad de Chicago optó por hacer sola el trabajo y se reunió con las aerolíneas logrando conseguir recursos de inversión para el aeropuerto por 10 mil millones de dólares. En dos años lograron esto, sin esperar si los “crickets” del gobierno federal algún día cogían forma. Todos los ingresos provinieron de un crecimiento en el tráfico de pasajeros. Este ejemplo muestra para Emanuel como las ciudades mismas pueden llenar el vacío de gobiernos centrales cada vez más carcomidos por la politización.

Emanuel resalta que, aunque no se puede suplantar al gobierno central en temas como seguridad, la gran mayoría de las funciones diarias que afectan al ciudadano si son del resorte de los gobiernos locales. Temas como migración e infraestructura son dos asuntos donde los impactos pueden ser muy importantes, así como en control ambiental. Ellos luchan también con la educación, la inequidad, la salud, la vivienda, el terrorismo y el crimen. En países como Colombia que no somos federales, el problema es mayor porque el gobierno nacional se inmiscuye en todo, aunque no solucione nada. Es el clásico ejemplo del estorbo, jurídicamente soportado, para justificar el gigantesco gasto nacional.

Sostiene el exalcalde que los estados nacionales ya no son imagen de futuro, sino ejemplos de atrofia y declinamiento. Y como la polarización se ha dado por su inoperancia, los mandatarios nacionales son electos por mayorías que apenas no superan nunca la mitad de los votos, y jamás la tercera parte del censo electoral, son gobiernos políticamente débiles que solo generan estancamiento. 

Las ciudades pueden ofrecer a sus residentes y visitantes un enfoque distinto. Hoy los laboratorios de desarrollo son las ciudades, no los gobiernos nacionales, y muchas de las buenas ideas que surgen en lo local no fluyen a lo nacional, aunque si se expanden horizontalmente entre ciudades, donde sus gobiernos imitan los buenos proyectos de las otras. En el caso del sistema federal gringo, explica, que medidas tomadas por Trump anti-inmigrantes o de negar el cambio climático han sido respondidas en muchas ciudades con acciones de defensa de la inmigración y medidas de control ambiental, convirtiéndose así en cabezas de playa de la resistencia contra medidas nacionales absurdas o antievidentes.

Y rescata que como en las ciudades hay tantos temas urgentes de gestión, la politización de las decisiones se hace menos obvia, por lo que es fácil lograr cooperación entre alcaldes con diferente origen partidista pero que buscan solucionar problemas reales de sus ciudadanos. 

Ante lo que hoy está pasando entre el gobierno nacional y los gobiernos locales por medidas contra la pandemia, que el gobierno nacional ha manejado con indecisión, la lentitud ya conocida de una tecnocracia inepta, soberbia y con declaraciones huecas, parecería un buen momento para el destete de lo nacional.  El gobierno nacional quiere manejar la pandemia con economistas; minhacienda es la que dice que hacer. Menos viajes a Bogotá y más reuniones de planeación, así como la colaboración con otras ciudades (yo siempre recalco en Medellín y Barranquilla), harán más por la ciudad que lleva décadas por fuera del radar de los gobiernos nacionales. 

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