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Las agendas de La Habana
Este esquema es el que permite observar cómo en unos temas se avanza mientras en otros se nota un estancamiente.
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Domingo, 7 de Junio de 2015

Se cumplen 1000 días de los diálogos del gobierno colombiano con la guerrilla de las Farc en un ambiente de escepticismo, producto de la lentitud con que avanzan las negociaciones y de los actos terroristas de las últimas semanas.

Nada más preocupante para los colombianos que pensar en el regreso a la violencia generalizada que azotó al país hace un tiempo.

Por eso conviene hacer un examen de lo que viene ocurriendo para tratar de entender el fenómeno que tenemos a la vista y saber hacia dónde vamos.

Naturalmente, con la advertencia de que en estas cortas notas se hace un mero ejercicio teórico basado simplemente en informaciones de prensa al alcance de cualquiera, porque solamente quiénes se sientan a la mesa de La Habana conocen a cabalidad lo que sucede.

Llego a creer que se desarrollan tres agendas diferentes en este complejo proceso, que resultan evidentes de los acontecimientos que conocemos diariamente.

La primera sería la agenda política, que se discute entre los negociadores del gobierno encabezados por el doctor Humberto de la Calle y los jerarcas de las Farc que parece encabezar Iván Márquez.

En este memorándum se contemplan los temas más cruciales de la marcha del país, acordados privadamente entre las partes, referentes a la dirección de la economía, la reforma rural, la justicia, la participación en política etc., y sobre cuyos avances tenemos una información muy escasa.

La segunda es la agenda militar, para desarrollar la cual se enviaron a altos mandos militares y, recientemente, a la Canciller de la República que pareciera llegar como un plenipotenciario de carácter extraordinario.

Aquí pareciera que se discute el cese de los combates y la suspensión de uso de elementos bélicos como las minas antipersonas.

La tercera es la más compleja de todas. Es la referente al narcotráfico, y que parece no obedecer a una metodología similar a las anteriores. Y digo que es diferente porque  ella no está en la mesa de las negociaciones habida cuenta de que las Farc no aceptan que son narcotraficantes, mientras el ministro de defensa y los militares que combaten este delito se lo asignan a ellas, a quienes no dejan de llamar narcoterroristas.

Este esquema es el que permite observar cómo en unos temas se avanza mientras en otros se nota un estancamiento preocupante.

Da la impresión, por ejemplo, de que las Farc van a intensificar sus ataques terroristas para crear en la mente de los colombianos que es conveniente el cese bilateral de la confrontación para lograr la pacificación del país. A su vez, como el tema del narcotráfico no se discute en la mesa, ellas siguen con sus acciones de contrabando al margen de La Habana.

Y, finalmente, como el Estado representado por el gobierno nacional tiene que acomodar sus instituciones al modelo que las Farc proponen, el progreso es lento por la dificultad que ello representa.

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