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La política del no al desarrollo
No tener una política real de desarrollo económico, sumada a una ideologizada política de estado asistencialista, conduce a esa espiral que se come cualquier economía, por rica que sea.
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Sábado, 29 de Febrero de 2020

Acelerando la espiral de implosión económica que lleva el país, se empieza a hablar de la “necesidad” de una nueva reforma tributaria que “nivele” las cuentas de un Estado que parece no tener fondo en cuanto a gasto se refiere, porque la inversión es muy baja. Ya oímos otra de las frases célebres del ministro Carrasquilla, quien dijo, que en Colombia se pagan impuestos de país muy pobre y no somos tan pobres. 

Muchos economistas, de los que se autodenominan “serios”, empiezan a insistir en ello, y como es usual “utilizan” estadísticas comparativas misilísticas (dirigidas a un objetivo), tales como que en promedio el pago de impuestos por habitante en Colombia es menor que el de otros países. Eso no se debe, como dicen los “serios”, a un bajo nivel de tributación sino a que la base que tributa es baja, en razón a que muy pocos colombianos están en capacidad de tener los ingresos para tributar renta, aunque todos pagan iva, por ejemplo. Pero que la base sea pequeña, que se corresponde con un país de alto desempleo, y en especial, con cifras gigantescas de subempleo, no significa que quienes tributan en promedio paguen menos que en otros países, cuando, por el contrario, pagan mucho más. Esa es la estadística creativa, tan usada por nuestros burócratas y analistas. Y en la medida que se crece la base de pobres, así se camufle en indicadores atrapabobos como el de la pobreza multidimensional, que no es otra que volver ingreso el subsidio, el gobierno necesitará más “recursos” para seguir dando subsidios a los pobres, afectando el sector productivo y ahorcando a los que tributan, lo que a su vez llevará a más desempleo y subempleo, reforzando así la espiral implosiva. Eso es subsidios hoy, hambre mañana, como en la Venezuela socialista.

No tener una política real de desarrollo económico, sumada a una ideologizada política de estado asistencialista, conduce a esa espiral que se come cualquier economía, por rica que sea, como es el caso de la patria bolivariana. Y no es una política del tipo economía naranja o venta de aguacates o de “emprendimientos” en abstracto, lo que nos va a llevar a un creciente desarrollo económico que nos saque de esa espiral de subdesarrollo creciente. El verdadero desarrollo económico es la antípoda de nuestro modelo de degradación económica en espiral, y un buen de ello ejemplo es el de las pensiones. El fondo pensional es un sistema donde las pensiones se pagan en gran parte con los aportes actuales, por lo que, si la pirámide poblacional envejece, cada vez habrá mas pensionados que aportantes activos, estresando el fondo. Pero aún si la estructura poblacional es favorable, es decir, la mayor parte de la población es joven, si el modelo de desarrollo económico mantiene a esa gran mayoría de jóvenes en el desempleo o el subempleo, los aportes disminuirán, generando el mismo efecto deficitario. Para nuestros economistas el camino fácil es reducir los montos pensionales, aumentando la edad de jubilación o reduciendo la mesada vía impuestos a las pensiones, o ambas, en una decisión “seria” que es absolutamente insostenible. Y como es mayor la masa de quienes no aportan, esto lleva a déficits crecientes que se buscará cubrir con impuestos crecientes que ralenticen más la economía. Esto mismo es aplicable a los servicios públicos. Aquí la creatividad viene en inventarse consumos de subsistencia para los beneficiarios de los subsidios, o sobretasas a los que contribuyen. Es una política económica absurda y suicida que se justifica “en lo social temporal” y no en el verdadero desarrollo económico sostenible, que implica inversiones en infraestructura, descentralización, un estado pequeño y efectivo, estabilidad jurídica en el mercado, un cambio total en la educación, entre otros, política que hará que la economía del país finalmente implosione. Esto termina en que la gente empieza a dejar el país buscando salvar su patrimonio o buscando un futuro para él y su familia, que es lo más antisocial de la política económica de enfoque “social” que montan los gobiernos de corte izquierdista latinoamericano: el exilio.

Cada reforma tributaria, que además no está atada a compromisos de inversión, o de crecimiento económico, o de compromisos de ahorro, sino que simplemente busca cubrir el creciente gasto, nos acerca a la implosión económica, aunque lo más probable es que antes que eso suceda el populismo izquierdista ya se haya tomado el poder. La presentación de una nueva reforma tributaria (nuestros senadores nortesantandereanos de las últimas dos décadas han botado todas las reformas tributarias) sería la excusa real para que, ahora sí, las verdaderas mayorías hagan un paro nacional y paren la costumbre de subir gasto y subir impuestos.

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