La Constitución Política de Colombia consagra derechos fundamentales, los cuales deben garantizarles a los ciudadanos, sin discriminación alguna, la libre participación en los asuntos de interés público. Esto hace parte de la dinámica de la democracia.
Pero esa participación debe ser militante y estar articulada a una organización con capacidad de intervención en relación con los actos y las decisiones de gobierno y de todo cuanto influye en la vida de la sociedad, en general.
Es la expresión ciudadana a través de medios y de los mecanismos que le den fluidez a la opinión del pueblo.
Las organizaciones sociales, o gremiales, o comunitarias, o culturales, los sindicatos, los estudiantes, los campesinos, hombres y mujeres de todos los sectores, deben manifestarse en forma oportuna.
Hay que salir del aislamiento, de la indiferencia, de la pasividad y del silencio.
Hay que sobreponerse al miedo y a los complejos de inferioridad y asumir en voz alta la defensa de los intereses colectivos contra los grupos que desde la política y otros engranajes de poder desempeñan el rol de explotadores en beneficio de sus intereses particulares.
La participación ciudadana debe tener un tono crítico contra la corrupción, el abuso de poder, el mal empleo de los recursos públicos, los malos funcionarios, los políticos inescrupulosos, los planes engañosos, los actos que afecten a la comunidad.
Es el control que no hacen los órganos que tienen esa función.
Ante el reblandecimiento de los partidos políticos, los cuales abandonaron sus principios y pasaron a ser protagonistas de maniobras que contarían los anhelos populares, la participación ciudadana está llamada a ganar espacios que permitan obrar y tener identidad con visibilidad.
Cuando hay tantos descarrilamientos en entidades que debieran acertar en el manejo de los asuntos públicos, cuando los Concejos, las Asambleas Departamentales y el Congreso se marginan de la defensa del interés general y en no pocos casos se amarran a los gamonales de turno, la militancia popular debe estar adelante, denunciando, proponiendo, defendiendo lo que satisfaga las necesidades comunes.
La participación ciudadana no puede reducirse a una mención nominal. La sola mención no crea una realidad que promueva la acción para el desarrollo de iniciativas encaminadas al cumplimiento de fines que corresponden a un Estado Social de Derecho. No puede haber conformismo cuando no se resuelven los problemas que agobian a tantas personas en situación de marginalidad, insolvencia y pobreza.
La fortaleza de la nación depende también de un mayor nivel de participación de sus ciudadanos. Participación que no debe reducirse a las muchas veces engañosas elecciones, en las cuales predominan el dinero y las presiones fraudulentas.
Hay que hacer de la participación ciudadana una corriente de decisiones que correspondan al interés colectivo y contribuyan al fortalecimiento de la democracia.
Puntada
¿Le está quedando grande la administración del municipio de Cúcuta al alcalde César Rojas? Las señales de los primeros 40 días de mandato dejan interrogantes que suscitan preocupación. Ojalá tenga capacidad para corregir el rumbo y soltarse las amarras de La Picota.