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La muenda
Los candidatos del Pacto perdieron en todas las ciudades capitales y solo ganaron tres de los 32 departamentos.
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Domingo, 5 de Noviembre de 2023

Una muenda recibieron Petro y la izquierda extrema el pasado domingo. Las distancias, además, fueron abismales.

En Antioquia, Rendón le sacó 346 mil votos a Luis Pérez y 712 mil a Esteban Restrepo, del petroquinterismo. En Medellín, la votación fue 7 a 1 y Fico le sacó 594 mil votos a Upegui. En Atlántico, la ventaja de Verano fue de 18 puntos a Varela, que tuvo el apoyo de la izquierda, y en Barranquilla barrió Char, que también aventajó en 7 a 1 al candidato del Polo. Galán en Bogotá le sacó 30,3 puntos de ventaja y 926 mil votos a Gustavo Bolívar, que ni siquiera pudo ser segundo. En Cartagena, Dumek Turbay tuvo 28 puntos y 103 mil votos de ventaja al candidato del Pacto. En Santander ganó sobradamente el general Díaz y el de Colombia Humana fue sexto con apenas el 1% de la votación. En Bucaramanga ganó con holgura el pastor Beltrán y el candidato del Pacto, sexto, tuvo apenas el 4% de los sufragios. En Cali, Eder le sacó 29 puntos y 229 mil votos a Danis Antonio Rentería, el candidato del Pacto, que quedó tercero. El Chonto Ortiz, segundo, pagó también el haber recibido apoyo de la izquierda al final de su campaña. 

Los candidatos del Pacto perdieron en todas las ciudades capitales y solo ganaron tres de los 32 departamentos: Amazonas, Nariño, donde las denuncias de presiones a los votantes por parte de las disidencias de las Farc fueron una constante, y Magdalena, con Fuerza Ciudadana. 

El 29 de octubre, aunque por supuesto pesaron las dinámicas regionales y locales, que se evidencian en las alianzas y los coavales, hubo un plebiscito contra Petro y un voto castigo descomunal. Los ciudadanos votaron contra un gobierno con bajísima ejecución, una economía que se deteriora aceleradamente, creciente inseguridad por cuenta de las políticas de seguridad y paz total que fortalecen el narcotráfico y los grupos violentos, paralizan a la Fuerza Pública y dejan indefensos a los ciudadanos, unas reformas a la salud, pensional y laboral radicales y estatizantes que ponen en peligro la vida, los ahorros y el trabajo de millones de colombianos, y los escándalos que un día sí y el otro también salpican a la familia presidencial y los colaboradores y aliados más cercanos a Petro. 

Petro, megalómano, ególatra, soberbio, no reconoce la derrota. Está en lo que los sicólogos denominan fase de negación. Después vendrán, y hay que prepararse para ello, las de rabia e ira. Paradójicamente, que no oiga la voz ciudadana expresada en las urnas le hace daño al país, porque no corregirá sus errores y los del gobierno, pero  favorecerá a la oposición. 

Por cierto, en contra de lo que se sostiene, excepto en Bogotá, Cali, Bucaramanga, Medellín, Antioquia, Meta y Santander y poco más, los ganadores son los partidos tradicionales y los clanes regionales. Los parlamentarios tendrán ahora acceso a la burocracia, el presupuesto y los contratos del grueso de alcaldías y gobernaciones del país. El peaje en el Congreso será mucho más caro porque ya no dependen de la ayuda de Casa de Nariño y, por el otro lado, los congresistas comprobaron que los candidatos que se perciben como cercanos a Petro y la izquierda extrema pagan su pecado en las elecciones.

Finalmente, nadie puede cantar como propia la victoria sobre Petro. Todos los partidos se quedaron entre 4 y 7 gobernaciones y no hay líder que destaque. Es una oportunidad para que sigan trabajando sin descanso quienes pretenden llegar en el 2026. En el 25 habrá que acordar unas reglas de juego que permitan unificar las candidaturas viables. Se ganó una importantísima batalla. La victoria final sigue aún lejos.

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