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La mentira, estrategia criminal contra la paz
Nadie le creyó a Uribe que su amigo del alma hubiera alterado la verdad.
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Domingo, 16 de Octubre de 2016

Las maniobras fraudulentas que utilizó el Centro Democrático en su exitosa campaña por el NO, que fueron confesadas por Juan Carlos Vélez Uribe, al periódico LA REPÚBLICA, lo vinieron a graduar, ahora, como el mejor enemigo de Álvaro Uribe. Antes, ese señalamiento reposaba en cabeza del presidente Juan Manuel Santos. Aunque lo declarado por Vélez era un secreto a voces, la manera detallada como se refirió a cada una de las malignas minucias de esa estrategia diabólica, sirvió para confirmar lo que tantas veces hemos denunciado en esta columna: las prácticas y el estilo del senador Álvaro Uribe, maestro de las argucias tramposas, para conseguir sus objetivos, sin ninguna clase de principios éticos, ni consideraciones morales. 

Nos llamó la atención el hecho de que cuando se iniciaba la avalancha de reacciones a lo confesado por Juan Carlos Vélez, Uribe no aparece desmintiéndolo, sino, apenas, jalándole las orejas por “no cuidar las comunicaciones”.  Solo cuando la bola de nieve empezó a crecer, Uribe salió a desautorizarlo, diciendo que el antes exitoso gerente de la campaña por el NO del Centro Democrático, había mentido, poniendo en riesgo el prestigio político de su movimiento. 

La reacción del expresidente, indiscutiblemente, resultó tardía. Nadie le creyó a Uribe que su amigo del alma hubiera alterado la verdad. Suficiente resulta recordar su trayectoria y su lealtad al jefe del Centro Democrático, desde cuando se desempeñó como director de la Aeronáutica Civil, senador de la República y excandidato a la Alcaldía de Medellín, cargos en los que jamás existió el menor asomo de deslealtad con su jefe. 

Personalmente nos consta que lo dicho por Vélez, en cuanto a las estrategias tramposas, “para que la gente saliera a votar verraca” fueron una realidad. El día anterior a la fecha del plebiscito, una pareja de ancianos que habita cerca del lugar donde yo resido, me preguntó si era verdad que con el triunfo del SÍ les iban a suprimir el pago de su jubilación, para dárselo a los guerrilleros desmovilizados, respondiéndoles, de manera sorprendida, que esas afirmaciones eran falsas y que solo cabían en las mentes perversas de los manipuladores del Centro Democrático. 

Posteriormente, pensé que lo anterior, no tenía por qué sorprenderme, pues era parte de la estrategia uribista, que no se guarda escrúpulo alguno, para conseguir sus propósitos. Su jefe fue reelegido en forma fraudulenta. En su administración se llevaron a cabo más de mil ejecuciones extrajudiciales, se chuzaron a magistrados de la Corte Suprema de Justicia a periodistas y a políticos de la oposición. Un número considerable de miembros del Gobierno resultaron responsables de delitos varios, cometidos en el ejercicio de sus funciones. Su último candidato presidencial, Oscar Iván Zuluaga, se vio presuntamente involucrado con un hacker en el año 2014, y su fotografía, registrada en un video filmado en las oficinas de este. 

Increíble pensar que todos estos hechos que, directa o indirectamente involucran al expresidente, se realizaron a sus espaldas. Un hombre que controla hasta el ruido de una mosca, si ello ocurre dentro del Centro Democrático, no descuida ni el más mínimo detalle en lo que tiene que ver con sus subalternos. Lo triste de todo esto, es que supuestamente lo cometido por quienes fueron sus funcionarios de confianza, no fue por decisión propia, sino presuntamente recibiendo órdenes del jefe. Desafortunadamente, son ellos quienes están tras las rejas.

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