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La insensatez de los médicos cubanos
El propósito parece ser loable, pero en realidad merece críticas. La primera, porque no es necesario traer médicos extranjeros.
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Lunes, 3 de Agosto de 2020

Hubo revuelo esta semana cuando se conoció que el Alcalde de Medellín solicitó “formalmente a Cuba su ayuda y solidaridad con una brigada médica”. 

El propósito parece ser loable, pero en realidad merece críticas. La primera, porque no es necesario traer médicos extranjeros. En su carta al Embajador el Alcalde sostenía que “[n]uestra capacidad de cuidados intensivos, que estaba ya colapsada incluso antes de iniciar la pandemia [y tener] número insuficiente [de especialistas] para garantizar la atención de los pacientes más graves”. Pero desatada la controversia afirmó que “hay una fase 4 eventualmente que puede requerir eventualmente (sic) médicos extranjeros”. 

El Presidente del Colegio Médico Colombiano desmintió al Alcalde y sostuvo que “sí hay la suficiente cantidad de recurso humano” y calificó la solicitud como “un irrespeto con el recurso humano del país”. La Sociedad Antioqueña de Anestesiología señaló que la petición los desconcierta porque “por parte de especialistas en medicina interna, cirugía, medicina de urgencias y los anestesiólogos, [han hecho un llamado] con la finalidad de brindar el apoyo en los planes de expansión y atención por parte de la Secretaría de Salud […] sin que a la fecha hayamos sido convocados”. El Ministro de Salud afirmó que ya hay un plan que “prevé la incorporación de intensivistas y profesionales de la salud de distintas regiones del país e idóneamente formados para atender a los pacientes donde sea necesario”. 

De manera que médicos sí hay, se han ofrecido a apoyar y en la Alcaldía nos les han dado respuesta. Es una cruel ironía. 

La segunda es el costo. Quintero dice que “la Alcaldía de Medellín dispondrá de todos los recursos que sean necesarios para el traslado y estancia en la ciudad, con todas las garantías de seguridad que se requieran”. Es decir, pagará todos los gastos y les proveerá aparatos de seguridad. Para rematar, la Sociedad de anestesiólogos denunció que antes de pagar personal cubano es indispensable que “se revisen las acreencias existentes en la ciudad y se salden las deudas pendientes con el talento humano en salud local”. Le deben plata a los colombianos y Quintero prefiere traer y pagar a los cubanos. 

El tercero es la calidad del personal de salud y los riesgos. Traer médicos de otros países debe ser solo una medida excepcional, resultado de una crisis extrema, que tiene riesgos asociados con el conocimiento, los procesos de formación y las diferencias tecnológicas. Por esas riesgos es que se ha establecido un proceso de convalidación de títulos obtenidos en el extranjero. 

Quintero pretendía saltarse esos requisitos. Y quería hacerlo con cubanos, de quienes la experiencia internacional muestra que están desactualizados científicamente, no conocen las últimas tecnologías y muchos incluso no cumplen los requisitos mínimos de formación. En Bolivia se denunció que menos de un tercio de los “médicos” cubanos en ese país era en realidad profesionales de la salud. En Venezuela se sostiene que la inmensa mayoría de los supuestos 30.000 “médicos” cubanos eran en realidad estudiantes, enfermeros o “técnicos en salud”. En México solo duraron tres meses y son numerosos los reportes sobre su falta de preparación y su incapacidad para usar la última tecnología y los ventiladores de las UCI. De Brasil y Ecuador fueron expulsados. 

Saltarse las competencias del Gobierno central es el cuarto. La solicitud de Quintero violó flagrantemente “los conductos oficiales para las solicitudes de flexibilización de requisitos para convalidación de títulos médicos”, según dijo la Cancillería. 

Finalmente, estas solicitudes a Cuba tienen una fuerte carga ideológica y grandes riesgos. La dictadura usa estas supuestas “misiones” con un doble propósito. Cobra según marrano, con un promedio de cinco mil dólares mensuales por expatriado. De ese dinero los expatriados solo reciben el 20%, el 75% va directamente al gobierno cubano y un 5% se paga a los intermediarios. El otro motivo es “fomentar la revolución mediante el adoctrinamiento aprovechando la atención médica”, según palabras de Julio Londoño, ex embajador en Cuba, y denuncias ampliamente documentadas en todos los países a los que han llegado. No es coincidencia que sean gobiernos de izquierda, nacionales y locales, lo que solicitan el “apoyo” cubano. 

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