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La gente de san Valentín
Hay gente, hoy, que prefiere su celular a cualquier cosa o persona que se le atraviese.
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Lunes, 13 de Febrero de 2017

Supongo que toda la gente de san Valentín es amable, generosa, con un corazón ancho, las manos cargadas de amistad, y el alma repleta de alegría, como lo fue el santo. Y cuando digo su gente, me refiero a los enamorados y a los que están empezando a enamorar; a los que ya conquistaron a alguien o ya se dejaron conquistar; y, por supuesto, a los que cumplen años hoy, que deben de ser unos seres privilegiados por haber nacido el día en que el mundo entero se viste de flores y de regalos y de poesía.

Hoy es un día para decir “Te amo”, o para dar un beso o para repetir con el poeta argentino Francisco Luis Bernárdez, aquel hermoso poema Estar enamorado, amigos: 

“…Estar enamorado , amigos, es advertir en unos ojos, una mirada verdadera que nos mira…

…Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía…”

Pero uno se puede enamorar de una persona, de un animal y hasta de alguna cosa. Conozco personas, hombres y mujeres, que vuelcan todo su amor a un gato o a un perrito o a un toche. Gente que dice “mientras más conozco a las personas, más quiero a mi perro”.

Y hay gente, hoy, que prefiere su celular a cualquier cosa o persona que se le atraviese. La novia, al lado, le pregunta, cariñosa, al muchacho: “¿Me quieres, mi amor?”. Pero el novio está chateando, está leyendo chistes, está mirando mujeres empelotas, y no escucha lo que la novia le pregunta. Está enamorado de su chat, de su sistema, de su tatuco, y la novia pasa a segundo plano. No la quiere. Primero lo primero, es decir, su celular. Después, todo lo demás, incluida la novia. 

Hoy sería el día para dejar a un lado el celular y darle al amado o amada una rosa, un poema, una serenata. Porque es el día de los enamorados.

De san Valentín se han dicho muchas cosas. Que fue un cura romano, a quien decapitaron por ayudar a los soldados a casarse, lo que estaba prohibido en el imperio romano. Que fue un obispo, que autorizaba matrimonios en secreto. Que fue un médico, que después se metió a cura y que ayudaba a parejas pobres a que se casaran. En fin, el santo da para todo.

Pero en lo que todos coinciden es en que se trataba de alguien muy generoso. Y por eso digo que los nacidos en esta fecha deben tener un corazón grandote.

Cristina Ballén Spanochia es una de esas personas que cumplen años hoy. Y sé de ella con las características que dije al comienzo: un corazón repleto de alegría, unas manos que brindan amistad y un deseo de servir sin pedir nada a cambio.

Cristina (Cristinita le dicen sus amistades) de joven alquilaba bicicletas en Pamplona, los domingos. Pero quebró su negocio porque les  fiaba a quienes no tenían plata, que eran casi todos estudiantes, y nunca le pagaron. Después se hizo maestra y al terminar las clases se iba a los barrios de sus alumnas a hacer obras sociales y en ello invertía su escaso salario de maestra. Fundó luego un colegio, el Cristina Ballén, donde casi todas sus alumnas eran becadas por ella misma.  Un colegio privado no puede subsistir si los estudiantes no pagan las pensiones. Un día, triste y amargo, debió cerrar su colegio.

Cristina ahora vive de recuerdos y añoranzas, pero siempre está alegre y siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesita. No podía ser de otra manera, si ella nació el día de san Valentín, patrono de los enamorados, y ella vive enamorada de la vida. Esa es la gente de san Valentín.  

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