Antonio Cervantes ‘Kid’ Pambelé fue un boxeador colombiano que en su época le dio grandes triunfos al deporte nacional. Sus puños eran de acero y no dejaba títere con cabeza en el rin. Su nombre y su fama volaron por todo el mundo hasta que sus músculos empezaron a flaquear y ya no pudo seguir cosechando los triunfos de antes. Esa es la ley de la vida.
Pero más importante que sus peleas boxísticas, fue una frase famosa que pronunció cuando ya había descendido del trono. Pambelé dijo una frase de Perogrullo que también le dio fama de filosofo: “es mejor ser rico que pobre”.
Como si hubiera descubierto el agua tibia, la frase de Pambelé hizo carrera y a su lado aparecieron otros filósofos también de la misma escuela que produjeron sentencias sabias como: “es mejor llegar a viejo que morir joven”.
La frase puede ser cierta siempre y cuando la vejez llegue sin graves enfermedades. De hecho los patriarcas de la antigüedad vivían mucho tiempo. Se dice, por ejemplo, que Matusalén vivió 966 años tiempo suficiente como para disfrutar de la vida y cansarse de ella. Y así los patriarcas de la biblia todos eran viejos y saludables.
En nuestros pueblos, también la gente duraba muchos años, poco se enfermaban y cuando llegaba el momento definitivo se despedían y se acostaban a esperar la parca.
En Las Mercedes hubo una época en que el sepulturero se moría de hambre porque nadie se moría y el pobre tenía que buscar nuevas fuentes de trabajo.
Cuando aparecieron los grupos armados, la vida dio un vuelco y el sepulturero tuvo exceso de trabajo.
A la misma filosofía de Pambelé pertenece la frase de los que dicen, que lo peor de llegar a viejo es enfermarse y no tener plata, lo que tiene que ver con el costo de la salud que cada día trepa, trepa y trepa
Afortunadamente, algunas EPS ofrecen oficios médicos de alta calidad, a pesar de que algunas tienen muy mala fama.
Los antiguos buscaban prolongar la vida acudiendo a la búsqueda del elixir de la juventud, que consistía en hallar una bebida que prolongaría sanamente la existencia.
Los alquimistas transformaban el plomo en oro y trabajaban en su laboratorio tratando de encontrar el jarabe prodigioso que alargara la estadía en la tierra.
Si lo consiguieron o no nadie lo sabe pero por lo menos hacían el esfuerzo y no se quedaban en la casa esperando la llegada de ese esqueleto tétrico que lleva una guadaña y que pone fin a la existencia.
A los médicos de hoy hay que abonarles todo lo que hacen por conservar la vida de los humanos, no con el elixir sino con pastillas, ampollas y cirugías.
Alguna vez en Europa hubo una doctora Ana Haslam que se anunciaba como prolongadora de años: quitaba arrugas, sembraba cabello y daba algunas fuerzas. Fueron muchos los que desde todo el mundo la visitaban porque la filosofía al estilo Pambelé sigue teniendo validez es mejor ser rico que pobre y es mejor llegar a viejo que morir joven.