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La educación y la cultura dan para todo
Para tratar el tema, inicialmente citemos a Finlandia en Europa y a Singapur en Asia. Eran países pobres que vivían de la agricultura.
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Sábado, 12 de Febrero de 2022

“En Cúcuta, la educación es la llave maestra para vencer los indicadores críticos que la ciudad ha venido acumulando a través de los años”: Jairo Yáñez Rodríguez.

Países, regiones y ciudades de distintas partes del mundo, del mismo o menor desarrollo que el nuestro, vivieron en el pasado situaciones peores o similares y tomaron decisiones de grandes proporciones que les llevaron a formar movimientos redentores y a mostrar en el mediano plazo, resultados esperanzadores, cambios en las vocaciones, hábitos y costumbres y mejores indicadores sociales y económicos.

Para tratar el tema, inicialmente citemos a Finlandia en Europa y a Singapur en Asia. Eran países pobres que vivían de la agricultura. Después de 50 años, hoy figuran en los primeros lugares del ranking de competitividad, son países de los menos corruptos del mundo y tienen un desempleo muy bajo. Hoy tienen los mejores indicadores en la educación y el mayor número de científicos per cápita.

En Suramérica, Chile, en Centroamérica, Costa Rica,  y en Colombia, Antioquia, son también ejemplos potentes de colocación de los temas de la educación por delante de los demás sectores.

En nuestra región, desde hace 16 años, el movimiento académico y cultural “El Cinco a las Cinco” viene promoviendo la idea que la educación y la cultura son la mejor agenda para acelerar el crecimiento y reducir la pobreza, sobre la base del cambio positivo de sus patrones socioeconómicos.

Con el tiempo, la educación y la cultura, son las soluciones para todo. Al respecto, José Vasconcelos enunciaba que “Solo los libros pueden sacar de la barbarie al país”. Parafraseando otra nota similar, la gente educada y culta “vive menos… menos engañadas, menos explotadas, menos conformes”.

La experiencia permite afirmar que “el grado de corrupción de un pueblo y sus gobernantes es inversamente proporcional a su nivel educativo”. Por esto, muchos políticos no están interesados en mejorar la educación y la cultura y se aferran a la idea de restringir sus avances. Estos son actos criminales que producen rabia, indignación, desaliento, desconcierto y frustración. Pero también retos y oportunidades.

Consecuentemente, tenemos que convencernos de que mejorar nuestros indicadores educativos y culturales, tener las mejores universidades, colegios y escuelas, fomentar los buenos hábitos, principios y valores entre la sociedad, van de la mano con los cambios estructurales que necesita la región.

El fortalecimiento general de las tradiciones y las costumbres, la creación de fuentes de ciencia, tecnología e innovación, la oportunidad de tener en la ciudad novedosos elementos que procuren la imaginación de los jóvenes, llevan consigo competitividad, progreso y desarrollo para las empresas y la sociedad.

Así las cosas, en la construcción de un nuevo proyecto de ciudad en el que venimos empeñados, además de un buen gobierno, excelentes programas de educación y cultura y un gran soporte del cuarto poder conformado por comunicadores sociales y periodistas serios, objetivos, constructivos e independientes, juegan papel fundamental todos los elementos que impliquen identidad, pertenencia, honestidad, asociatividad, creatividad, seguridad, compromiso, respeto, confianza, trabajo y cultura ciudadana. 

Estoy seguro de que, con gran fe y convicción, iremos exterminando el cortoplacismo, abriremos las mentes a la visión de futuro, eliminaremos paso a paso el flagelo de la corrupción y, con una mentalidad positiva, una gran cantidad de cucuteños apoyarán la dirigencia local tras ir logrando los resultados esperados en todos sus proyectos y realizaciones.

En este siglo XXI, no habíamos tenido la oportunidad de soñar con una ciudad mejor, enfocada en el progreso de todos. Es el tiempo de pensar en plural, de poder contar con una cultura de lo público, de tener más desarrollo y de concebir la Cúcuta del futuro. Por nuestros descendientes, vale la pena seguir impulsando el cambio que se viene promoviendo en la ciudad.

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