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Instrucciones para hacer el pesebre
Antes de hacer el pesebre, es necesario, absolutamente necesario, volvernos como niños. Nadie disfruta más de un pesebre, que los niños.
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Jueves, 2 de Diciembre de 2021

Estos son, , amigo lector , amiga lectora, unos consejos para que los tenga en cuenta hoy, mañana o pasado, cuando decida hacer su pesebre casero, con motivo de este diciembre que ya se nos metió, como Pedro por su casa, sin pedirnos permiso. Digo pesebre casero que es como decir, mute casero, sancocho casero, sabroso, para el consumo familiar. 
   
Primero, un poco de historia. Recuerde que el que nos metió en el rollo de hacer pesebres todos los años fue un italiano, llamado Francisco, de la ciudad de Asís. Era de familia noble, con plata hasta para botar para lo alto. Francisco, al que las mujeres le decían Pachito, había nacido, pues, en cuna de oro. 
   
Pachito creció y se volvió borrachín, jugador, mujeriego y pendenciero. Como dicen las señoras: la oveja negra de la familia. Pero un buen día, no se sabe ni cómo ni por qué, el tipo cambió. Tomó sus riquezas y las repartió entre los pobres, y  se retiró al monte, a orar, a meditar y a poner orden en su vida. Se rebeló contra la sociedad, contra los poderosos y contra la iglesia. Algunos creyeron que se le había corrido la teja, pero otros muchachos lo siguieron y así nació la orden de los franciscanos, cuyo lema principal era vivir en la pobreza, y el dinero que conseguían lo destinaban a ayudar a la gente necesitada.
   
Francisco fue un santo en vida. Tan santo, que hablaba con los  animales y los animales le hacían caso. ¿Se acuerdan ustedes del poema “Los motivos del lobo”, del poeta nicaragüense Rubén Darío? Si no lo han leído, les aconsejo que lo hagan. Es hermoso y deja muchas enseñanzas.
   
Pues resulta que para una navidad, a Francisco se le ocurrió la genial idea de hacer un pesebre en vivo. Se consiguió una mula, un buey y una familia, para representar el nacimiento del Niño Dios. 
   
La costumbre pegó y en adelante las gentes siguieron haciendo pesebres con figuritas de imágenes y le pusieron ovejas y pastores y casitas y pueblos, y así llegó la costumbre hasta nosotros. San Francisco de Asís, no lo olvidemos.
   
Lo segundo, antes de hacer el pesebre, es necesario, absolutamente necesario, volvernos como niños. Nadie disfruta más de un pesebre, que los niños. Con espíritu infantil, con la alegría y el entusiasmo de los niños y con su ingenuidad, podemos entonces iniciar el trabajo de hacer un pesebre para que nazca el Niño Dios. A los niños no les importa que las ovejas sean más grandes que los pastores, y que por un riachuelo de papel brillante navegue un trasatlántico y que detrás de la gruta aterrice un helicóptero cargado de soldados. Es la inocencia de los niños la que nos permite jugar con el tiempo y las distancias, como si estos no existieran.
   
Otra recomendación: El sancocho casero del fin de semana es más sabroso, si se reúne toda la familia alrededor de la olla. Las hayacas de diciembre tienen la función social de aglutinar familiares y amigos y colados: unos preparan la masa, otros arreglan los condimentos, alguien arregla el fogón y la leña, otro sopla el fuego, la muchacha reparte el aguardiente y no falta el artista de la guitarra. Así, ni más ni menos, debe ser el montaje del pesebre: entre todos.
   
Finalmente, busque un rincón de la casa, cajas de cartón,  cubra todo con papel verde y  eche a volar su imaginación. Como sea. Como lo haría un niño. Su capacidad creadora está en juego. Levante montañas, construya pueblos y ponga animales.  ¡Hágale, maestro!  

gusgomar@hotmail.com

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