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Gases mortales
Ojalá, absolutamente todas las empresas que fabrican automotores, cerraran filas alrededor de la salud mundial.
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Sábado, 12 de Agosto de 2017

Recientemente, el presidente de Francia anunció que el año 2040, será el fin de los automotores accionados por gasolina y diésel, para fortalecer la utilización de vehículos eléctricos. Otros países como Noruega, definió el 2025.

En nuestro país, apenas se encuentra en remojo una iniciativa legislativa, que tiene por objeto incentivar la adquisición de estos bienes, dentro de los cuales se contempla la no inclusión de los mismos en la medida restrictiva de la movilidad denominada pico y placa.

Aunque tratar el tema aparentemente es precipitado, las consecuencias de la inhalación de los gases producidos por la combustión de manera involuntaria, apuntan directamente a enfermedades de los sistemas circulatorio y respiratorio, cuyas estadísticas deben tener un acercamiento tal que permita a las diferentes autoridades, tomar decisiones contundentes orientadas a establecer los factores que generan dichas afectaciones y otras que están en la mira de importantes centros de investigación a nivel mundial. 

En el año 2014, la Universidad de Pamplona por intermedio de dos importantes investigaciones, estableció la presencia de elementos altamente peligrosos para salud, como resultado de material particulado, visible y tangible tan solo con equipos especiales, los cuales además de cancerígenos son mutagénicos. Lo anterior, se traduce en serias anomalías en las células del organismo humano y causa de múltiples enfermedades y deformaciones. 

El mayor causante de la problemática, es el combustible de los vehículos que son accionados con motores diésel, escogidos por el bajo costo comparado con los de gasolina y los sectores son principalmente el servicio público y de carga. Dichas unidades de transporte, poseen un tubo que descarga al ambiente nocivas sustancias y aunque la mayoría de estos conductores poseen sus documentos en regla, muchos de ellos y de manera irregular, transitan con certificados de gases falsos y otros acuden a la complicidad de algunos centros de diagnóstico automotor, que validan su correcto funcionamiento así los equipos de medición, marquen lo contrario.

En nuestra ciudad, deben iniciarse severos controles orientados a establecer los porcentajes del cumplimiento documental. Si los certificados están aparentemente bien y la contaminación es evidente, la autoridad de tránsito puede perfectamente proceder a inmovilizar la unidad.

Ojalá, absolutamente todas las empresas que fabrican automotores, cerraran filas alrededor de la salud mundial, produciendo únicamente vehículos eléctricos y de esta manera tendríamos el final de los elementos de transporte que generan gases mortales. 

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