Reconozco que cada vez se hace más difícil escribir columnas de opinión, por lo delgada que puede ser la línea entre una opinión y una intervención inapropiada en política. Por eso, quiero ofrecer una disculpa a quienes durante años han leído mis columnas, me han visto crecer (no solamente en edad sino intelectual y creativamente) y a veces se preguntan qué ha pasado o cuál es la razón de mis largas ausencias.
La razón es esa: Ser funámbulo al representar el servicio público es un reto enorme. No obstante, esto no quiere decir que mi cargo sea un impedimento para hacer llamados a la reflexión, el despertar o la acción de los cucuteños y nortesantandereanos.
Uno de los temas más sonados en Cúcuta y su área metropolitana por estos días es el que tiene que ver con los resultados del informe de indicadores del mercado laboral y la encuesta Pulso Social, mediciones del DANE. En cuanto salen los resultados, aparecen y pululan los gurús multipropósito, los twitteros que son expertos en cada tema dependiendo de la coyuntura, y las interpretaciones poco optimistas de los medios de comunicación. Todos ellos comparten algo: No creen ni quieren creer que las cosas están mejor que antes.
No es mi propósito como funámbula en los temas de interés público decretar la superación total de la adversidad en nuestra región, pero sí siento un deber en alertar respecto de la Fracasomanía (expresión acuñada de un amigo economista) con que muchos quieren interpretar todo acontecimiento (tanto en Cúcuta como en Colombia). La lectura que se le dio al hecho de que en un año el desempleo en Cúcuta bajó 7,7 puntos porcentuales, pasando de 22.5% a 14.8%, o que la informalidad descendió a 63.8% -lo que nos ayudó a salir del último lugar a nivel nacional-; es que hubo una “leve mejoría”, desconociendo lo que este hecho significa para la supervivencia de miles de hogares.
Esta interpretación pesimista de los hechos también se refleja en Pulso Social, encuesta en la que la mayoría de las personas afirmaron estar en una situación económica peor a la de 2021 (cuando hubo confinamiento estricto y casi todo estaba cerrado), el mismo escenario donde Popayán aparece como un remanso de paz durante el día, y un foco de inseguridad en la noche, según lo calificado por sus habitantes. *Inserte meme de Nick Young acompañado de banda sonora de Expedientes X.
Parece que aún creemos en el dicho “todo pasado fue mejor”. Lo anterior se explica debido a que el factor nostalgia nubla nuestra capacidad de recordar otras épocas con exactitud y filtra emociones negativas. “Nos gusta recordar épocas que con toda probabilidad no fueron tan maravillosas como en nuestra memoria”, explica el neurólogo y psiquiatra Alan R. Hirsch.
Esta creencia colectiva de Fracasomanía también aplica frente a la seguridad, porque cada vez que nos enteramos de un hecho violento como el homicidio olvidamos que en 2003 en Cúcuta teníamos una tasa de 120 homicidios por cada cien mil habitantes, mientras que en 2021 esta tasa pasó a 33. Sí se han reducido las muertes violentas: Pasamos de 722 homicidios en 2003, a 257 el año pasado, según cifras del Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo de la Policía Nacional.
No podemos tampoco olvidar que mientras se suponía que se estaba dando la lucha contra la criminalidad más fuerte de la historia, miembros del Ejército asesinaron personas inocentes para mostrar resultados operacionales. Una empresa criminal que dejó más de 6.000 falsos positivos y violó los derechos humanos en todos los rincones del país. ¿De verdad todo pasado fue mejor?
Espero que esta nueva entrada sirva para leer de forma crítica y no simplemente repetir lo que muchos irresponsablemente comentan. Que la nostalgia no adormezca nuestra capacidad de ver la realidad y nos haga tomar decisiones que nos lleven a estar peor que como estábamos antes, así no queramos reconocerlo.