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Eureka
“Eureka”, que quiere decir, la encontré, hallé la respuesta, esa es la solución.
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Miércoles, 30 de Septiembre de 2020

Cuentan que en Siracusa vivía un matemático, filósofo y maestro, que de tanto jalarle a los números se le estaba corriendo la teja. No comía, dormía poco y hablaba solo, resolviendo problemas y sacando conclusiones que llamaba teoremas y principios.  A pesar de que el tipo era atractivo, como sucede con todos los que se dejan crecer la barba, las muchachas no le paraban bolas por la sencilla razón de que el matemático no se fijaba en ellas. Pero había un teorema que lo estaba volviendo seco pues no le hallaba la solución. Algo le fallaba, algo no le cuadraba.

Una tarde calurosa, estando en el baño, entre totumada y totumada, vislumbró la respuesta.  Halló la fórmula exacta. Gritó, entonces “Eureka”, que quiere decir, la encontré, hallé la respuesta, esa es la solución, y salió corriendo por las calles, sin caer en cuenta que estaba empeloto. Seguía gritando Eureka, Eureka. 

Desde entonces la palabra Eureka la emplean aquellos que encuentran o vislumbran la solución para algún problema. Los que se matan la mollera buscando la manera de salir del atolladero y de sacar a los demás, gritan Eureka cuando ven la posibilidad de superar algunas crisis y de ayudar a su conglomerado a que echen palante.

Es lo que está pasando con Patrocinio Ararat, aquí en Cúcuta. Uno lo ve caminando por las calles, mirando pa las nubes, hablando solo, rascándose la cabeza y a veces hasta con ganas de salir corriendo. No quiero decir que esté volviéndose chifloreto, como Arquímedes el de Siracusa,  pero lo que sí sé es que se despeluca buscándole a Cúcuta soluciones para los tantos y tantos problemas que la aquejan.

Patrocinio es un estudioso de la realidad cucuteña y buscándoles respuestas a las inquietudes de la urbe, se pasa día y noche. Dicen sus cercanas amistades que no saben a qué horas saca tiempo Patrocinio para meterle el diente a las diversas situaciones que nos dañan el caminado a los cucuteños.

Pero no se detiene en lamentos y lágrimas. Desde hace largo tiempo, una idea macro le venía rondando la cabeza. Hasta que cierta madrugada, en pleno desvelo antes de la pandemia, pegó el grito: Eureka. Su señora se levantó asustada y hasta lo regañó por no dejar dormir con sus gritos. No le paró bolas y a esa hora, llamó a Betty Cárdenas, arquitecta de reconocida calidad en sus obras, a Cristian Buitrago, que ha ocupado diversos cargos administrativos y es también estudioso, y a Adolfo Bolívar, docente universitario, y a todos les pegó el mismo grito: “Eureka. Hallé la fórmula para sacar adelante a Cúcuta, y ustedes tienen que ayudarme”.

Lo escucharon, empiyamados ese día, y después lo siguieron escuchando, y empezaron a tirar corriente y la idea fue creciendo, y otros cerebros cucuteños, médicos, ingenieros, educadores se les fueron sumando. Hoy son  más de cincuenta los que andan metidos en el mismo rollo. Se les ve alegres, risueños, festivos, como si hubieran cogido el cielo con las manos, y si alguien les pregunta por qué tanta alegría, ellos simplemente responden: “Eureka”.

pensaba contarles a mis lectores de qué se trata, pero en La Opinión me tiraron las orejas porque estoy escribiendo muy largo. Además es mejor que lo escuchen de labios de los mismos creadores del proyecto Eureka, que va a beneficiar indudablemente a Cúcuta y a la región. Mañana viernes, a las cinco de la tarde, por Face live, ellos nos estarán hablando del proyecto, que no es cualquier cosa. Se quedarán ustedes, como me quedé yo, con la boca abierta escuchando lo que un haz de voluntades puede hacer por la ciudad. Eureka.

 gusgomar@hotmail.com   

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