La semana pasada se presentaron dos situaciones que impresionaron a quienes se interesan por hacerles seguimiento a los integrantes de las corporaciones públicas en todos sus niveles.
Primero, un congresista hace un llamado desesperado al señor alcalde de Cúcuta Jairo Yáñez, en el sentido que “frente a la situación actual del municipio, es necesario avanzar pronto en la actualización catastral, porque gran parte de los ingresos dependen del impuesto predial y a partir de este año hay límites al aumento”. Es decir, incremento del impuesto predial. Hay contribuyentes a quienes una operación administrativa de esta naturaleza no los hace tambalear mínimamente, pero basta con “parquearse” unos minutos en la Secretaría de Hacienda municipal y se advertirán fácilmente las angustias de algunos contribuyentes solicitando acuerdos de pago por sumas ínfimas, pero que para ellos son enormes. No es sólo en los primeros estratos, de menor a mayor, donde se ven estas angustias, también en lo que sociológicamente se denomina clase media se exterioriza la aflicción, porque la dura realidad económica de la ciudad está golpeando todos los estratos. Definitivamente este senador cree que sus conciudadanos-contribuyentes tienen la misma calidad de vida de la que él goza en la gélida capital.
Como complemento de lo anterior, un diputado natural de la provincia de Ocaña, esgrimiendo argumentos peregrinos, pretende detener a toda costa algo que ya está decidido y adelantado: que el municipio de Convención sea sede de la Universidad del Catatumbo. Olvida el estupendo diputado que Convención es eso, la puerta de entrada al Catatumbo, el cual consta de once (11) municipios en total y es el lugar más cercano para que sea el punto de encuentro de estudiantes de los pueblos que integran las diferentes regiones del Catatumbo, clasificadas en Zonas plana, intermedia y de cordillera, principalmente las dos últimas en el caso que nos ocupa.
Otro tanto sucede con la carretera del Catatumbo, llamémosla así, la que recorre Tibú, El Tarra, Convención, Guamalito y La Mata, donde conecta con la carretera al mar. El mismo presidente Álvaro Uribe impulsó su reconstrucción asignándole un presupuesto suficiente para iniciar trabajos y su sucesor lo impidió. Ahora es el honorable diputado de marras quien sin conocer la historia de esta vía se atraviesa con el argumento que en Convención tiene que desviarse hacía Ocaña -formando un hipotético “circuito de desarrollo”- y no con el trazado original, en el sentido de continuar desde Convención a buscar la carretera al mar: Convención, Guamalito y La Mata. El DRAE dice que circuito es un “Recorrido previamente fijado que suele terminar en el punto de partida”. No es eso lo que necesitamos, es una salida a la Costa, que ya los gringos dejaron al servicio y hoy está deteriorada.
Son posiciones esgrimidas con supuesta omnipotencia por tener credencial política, y, además, es una actitud que innecesariamente enfrenta moradores de la misma región, pero así quiere estrenarse el novel integrante de la Duma departamental, enfrentando municipios donde consiguió los votos que lo llevaron al éxito político, el cual puede ser efímero. ¡Estamos hechos!