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Eso que llaman el POT
Es increíble, pero este tema, definir la médula espinal de un plan de desarrollo económico sostenible, ni siquiera es parte de los debates entre los muchísimos candidatos a la alcaldía.
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Viernes, 17 de Mayo de 2019

Hay que tener muy claro que el proceso urbanizador, impulsado por el crecimiento poblacional, y por la atracción que las ciudades tienen sobre esas poblaciones, en su condición de depositarias de todo lo bueno y de todo lo malo de la sociedad, se seguirá dando de manera orgánica, así no hagamos nada para su planeación. Por eso, cualquier programa de gobierno, y más aún uno de desarrollo sostenible, debe poder materializarse en el territorio, o será simplemente una lista de buenas intenciones, que serán las piedras del camino al infierno. 

Las ciudades, como las personas y las empresas, si se dejan al vaivén de las circunstancias, se degradan, se marchitan, y algunas terminan desapareciendo, convertidas en lugares sin mayor significancia, cuando no, como sedes del crimen organizado. Por eso la planificación del desarrollo es una condición sine qua non para la supervivencia de las ciudades. 

Se logra, a partir del conocimiento del entorno histórico del que venimos, de conocer objetivamente las condiciones de la realidad actual, de tener conciencia de la necesidad de innovación estructurada, y de buscar desarrollar un carácter singular de la ciudad que la distinga de otras. Sin modelo de desarrollo, algunas ciudades en crisis, se aferran a vivir de pasados importantes, pero las que lo hacen, terminan como las casonas de las viejas familias, empobrecidas y amenazando ruina. Otras se lanzan al aventurerismo de la pequeña política local, buscando en el estatismo nebuloso la salida del estancamiento. Otras quieren coger atajos, viviendo del dinero de actividades ilegales, que logran un momento de esplendor, y un largo proceso de destrucción del tejido social y económico. Por eso, la planeación del desarrollo no es cuestión sólo de tecnócratas, o de empresarios, o de académicos, es cuestión de estadistas que logren dar eso que Guillermo Camargo Navas llamaba una paideia, es decir, lograr trasladar a la 
sociedad, para que los culturalice, los valores que los harán parte de una sociedad con un carácter propio y único. 

La planificación del desarrollo sostenible, sólo es factible en sociedades democráticas, defensoras de la economía de mercado y de la libertad individual como principio máximo de connivencia. Las sociedades autoritarias no buscan el convencimiento de sus ciudadanos, sino su obediencia como masa; el desarrollo se hace según la necesidad, o los deseos, del autócrata. 

Pero la planificación del desarrollo en la sociedad urbana de hoy, no tiene sentido si no se traduce en planificación del territorio, lugar físico donde interactúa la sociedad, a nivel individual, institucional, económico y de comunidad social. La planificación del desarrollo, en el momento planetario actual, debe traducirse en un programa de desarrollo económico estructural, sostenible en lo social y en lo ambiental, materializado en el uso del suelo. El desarrollo territorial está jalonado por la demografía que depende de las tasas de natalidad, mortalidad y migración neta, las cuales a su vez están relacionadas con el modelo de desarrollo económico que se tenga. ¿Se tiene alguno? ¿Se plantea alguno? ¿Qué todo se haga con subsidios y presupuesto público se considera modelo de desarrollo? No entiendo cómo, sin un modelo económico de ciudad, que implica además considerar sostenibilidad social y ambiental, se hace eso que llaman POT para 12 años. Es magia, o mito. 

La planificación del territorio no es una actividad estática, como no puede serlo algo que estudie un organismo vivo en desarrollo, que eso son las ciudades. Desde un punto de vista técnico son sistemas complejos, dinámicos, auto-organizantes, impulsados por fenómenos exógenos, por ser parte a su vez, de un organismo mayor, y por las interrelaciones internas (endógenas) económicas, sociales y políticas. Las ciudades son la definición de cambio, pero aquí se quiere realizar eso que llamen un POT estático, pero que dirija el desarrollo en los siguientes 12 años. Esa es una visión vulgarmente burocrática, pues como se sabe, la planeación territorial se basa, a partir de modelos reales de desarrollo, en obtener escenarios probables de uso del suelo según los parámetros que se establezcan, y que surgen de las políticas que se quiere implantar, y lo que el planificador hace es acomodarse al resultado real. No se dice para dónde va la ciudad, por decreto; eso es estúpido. Se ajusta permanentemente la planificación, 
y durante todo el tiempo se deben ir recolectando datos y más datos que permitan alimentar un mejor modelamiento. 

Como pueden comprender los lectores, el tema es más bien difícil de entender, y muchísimo más de aplicar. Como las ciudades son entes orgánicos que se mueven según sus propias dinámicas, irrespetan las distribuciones políticas territoriales, y por eso, es que geográficamente, la planeación debe ser de carácter metropolitano e incluso binacional, alejada de los intereses de los alcaldes municipales de cada uno de los municipios metropolitanos. Pero revise en los candidatos a alcaldías de municipios metropolitanos, y busque cuál de ellos no quiere manejar “su” municipio como finca propia, y si los encuentra, vote por ellos. En fin, áreas metropolitanas de Colombia como la de Cúcuta, seguirán manejadas por “empresarios de la política”, donde eso de la planeación urbana metropolitana lo cumplen con las cartillas didácticas del Planeación Nacional, los campeones del pensamiento lineal, buscando eso sí como “cobrar” peaje por uso del suelo. El modelo de la corrupción sí está claro. 

Es increíble, pero este tema, definir la médula espinal de un plan de desarrollo económico sostenible, ni siquiera es parte de los debates entre los muchísimos candidatos a la alcaldía. Seguiremos en el desarrollo orgánico no planificado que nos lleva cada vez más a la degradación y a la invisibilidad como ciudad. Y a proponer quitar el iva o viajar a Bogotá, como gran medida de desarrollo. Como dice el dicho, tras de cotudos, con paperas. Y claro a aplicar el POT, porque dura lex, sed lex, como dicen nuestros miles de leguleyos. 

Notícula. Así como a Santos no le importó acatar la voluntad popular del plebiscito, a la JEP tampoco le importa acatar la juridicidad colombiana, en aras de defender el acuerdo de impunidad de La Habana. Estamos avisados.

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