Los ocañeros residentes en Cúcuta, los que no son ocañeros pero quieren a Ocaña, los que han oído hablar de Ocaña pero no la conocen y desean saber de ella, los que por algún motivo tienen en el baúl de sus recuerdos algunas nostalgias ocañeras, todos ellos tienen hoy, esta tarde, la oportunidad de revivir atardeceres ocañeros, de escuchar canciones ocañeras, de montar en el caballo de Antón García de Bonilla, de desfilar con los Genitores, de fiestar en los carnavales, de ir al Agua de la Virgen, es decir, de vivir a plenitud un rato ocañero en Cúcuta.
Son muchas las cosas que hacen de Ocaña una ciudad amorosa y romántica, imposible de olvidar: sus mujeres hermosas, las dulces y sabrosas cocotas, la arepa ocañera sin par en todo el universo, las serenatas con tiple y guitarra que todavía se escuchan debajo de balcones coloniales, los paseos de fiesta y de fe al cerro donde se apareció la Virgen, las leyendas, sus espantos, las iglesias y sus calles llenas de historia en esquinas y zaguanes.
Y sus poetas y sus músicos y sus escritores. Y sus pintores. Y sus historiadores. Todos ellos hacen de Ocaña un lugar privilegiado, pero indudablemente son sus gentes el mayor valor que tiene la ciudad.
Es proverbial la amabilidad de los ocañeros, su manera de recibir con una sonrisa y los brazos abiertos al que llega.
Le dicen “vos”, como si fuera un amigo de viejos tiempos y le preguntan que “cuándo vinitis” y lo invitan a seguir: “Vení, sentate y te tomás algo”. Como en casa. Como en familia.
Pues bien. Esta tarde, a las cinco, en la Biblioteca Julio Pérez Ferrero, tendremos oportunidad de revivir todo esto que les digo y algunas cosillas más.
La Academia de Historia de Norte de Santander, que preside Iván Vila Casado, abogado constitucionalista, docente universitario, historiador y vinculado de alguna manera con sangre de la provincia, presenta, dentro del ciclo de charlas sobre los municipios del departamento, un conversatorio: Cita con la historia de Ocaña.
Bajo la coordinación del propio Iván Vila Casado y las exposiciones de Luis Eduardo Páez García y Luis Eduardo Lobo Carvajalino, ambos académicos, ambos ocañeros, ambos pesos pesados en la intelectualidad ocañera, disfrutaremos de una variado menú sobre la historia, las costumbres, personajes y tradiciones de la región.
Es posible que escuchemos canciones tan metidas en el corazón de los ocañeros, como La mugre, Ocañerita, Muchacha de Torcoroma y otras.
Y hasta es posible que nos den una degustación de arepa ocañera, hecha por las finas manos de una hermosa ocañerita.
De lo que sí estoy seguro es que no repartirán Tres brincos ni bolegancho. Por lo demás, todo será como estar en el parque 29 de mayo, bajo la luz de la luna, recibiendo las suaves brisas que vienen desde el Algodonal, mientras alguien canta: “Eres linda ocañerita del cerro de Torcoroma…” Imposible perdernos esta fiesta del recuerdo.