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Elecciones con una democracia a medias
No hay duda que la democracia es más que acudir periódicamente a elecciones, como lo haremos el último domingo de octubre, es contar con fuerzas políticas organizadas y actuantes y con liderazgos políticos que las orienten y conduzcan
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Lunes, 30 de Octubre de 2023

Se realizaron el último domingo de octubre las elecciones territoriales en Colombia y ojalá todos las(os) colombianas(os) habilitados para hacerlo hayan participado, aunque sabemos que desafortunadamente esto no es así. Estas elecciones son para elegir las autoridades (gobernadores y alcaldes) y los representantes a cuerpos colegiados, (diputados, concejales y ediles) y como sucede siempre en elecciones, los ganadores exagerarán sus apoyos políticos y los perdedores acusarán a los ganadores de acudir a prácticas cuestionables. Pocas veces, casi excepcional, que los perdedores reconozcan a los triunfadores sin justificaciones y que los ganadores acepten que tienen una representatividad, pero parcial, limitada y que necesita complementarse con otros para lograr gobernabilidad y en esa medida cumplir adecuadamente con sus responsabilidades.

Por ello, estas elecciones se harán en el marco de una democracia a medias. Porque una democracia representativa, como la nuestra, la presencia actuante de partidos y movimientos políticos y de liderazgos que conduzcan y orienten dichas colectividades y lamentablemente hoy tenemos una democracia con una proliferación de partidos políticos –un multipartidismo acentuado, con cerca de treinta y siete partidos políticos reconocidos por el Consejo Nacional Electoral- y con precarios liderazgos políticos que se precien de tales, con lo cual lo que se crea es un ambiente para el florecimiento de los caudillos políticos.

No hay duda que la democracia es más que acudir periódicamente a elecciones, como lo haremos el último domingo de octubre, es contar con fuerzas políticas organizadas y actuantes y con liderazgos políticos que las orienten y conduzcan. Sabemos que en nuestro país los partidos políticos, tanto los tradicionales como los nuevos, tienen todo menos una clara orientación político-ideológica; algunos parecen vivir de ´acuerdos de hecho´ para ganar participación en los diversos gobiernos, sin importar mucho la orientación de los mismos. Ni siquiera la aprobación de un Estatuto de Oposición, como parte de los Acuerdos de La Habana con las FARC, donde queda establecido que cada partido debe definir su posición frente al gobierno de turno, ser partido de gobierno, independiente o de oposición, ha garantizado posiciones claras de dichos partidos y van cambiando la misma dependiendo de las circunstancias.

Pero adicionalmente, estas fuerzas políticas cuentan con todo menos disciplina interna ni respeto por las jerarquías que ellos mismos eligieron. Pareciera que determinados dirigentes, con algún reconocimiento público, no aceptan que se les deje por fuera de los órganos de dirección de su fuerza política o lo que es peor, cada uno quiere ser el jefe o director de un partido político –lo cual en parte explica ese surgimiento exponencial de los mismos-. A esto contribuye mucho la inexistencia de un serio órgano de dirección electoral, una Corte o Tribunal Electoral, que no sea como lo es el actual CNE, una delegación de los partidos, acorde a su representación en el Congreso y que por consiguiente se ocupa de defender los intereses de su partido y no de ser garantes de las reglas del juego electoral, como debería ser.

Todo lo anterior y más nos lleva a decir que nuestra democracia tiene ‘pendientes’ por resolver si queremos contar con una de verdad.

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