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El voto hipócrita
Miren que un día el voto en blanco ganó en Tinjacá un pueblito boyacense de tres mil quinientos habitantes.
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Jueves, 28 de Septiembre de 2023

“Distancias honestas, valen más que cercanías hipócritas.” S. I. Menéndez.

Ante las renuncias de aspirantes a la alcaldía de Cúcuta, arrinconados, nos queda el voto en blanco, para fingir que somos un estado democrático.

El voto en blanco desde la Revolución francesa tiene significado de protesta. También lo tiene la abstención.  Aquí en la última elección, juntos sumaron el 33.4% cuando en 2002 lo fue el 24.6%. La tendencia en el planeta es aumentar, y así la democracia se marchita.

En los últimos tiempos en Colombia esa forma del inconformismo ha tenido variantes a partir del decreto 2241 de 1986, porque separó el voto en blanco del voto nulo, entonces cuenta en el cálculo del cociente, otro invento alemán de Niemeyer para el sistema electoral inglés y repartir curules en el parlamento. 

Nosotros lo copiamos mal y en el 91 se impuso que el candidato presidencial debía obtener en el escrutinio la mayoría absoluta de los votos válidos para llegar al cargo. Si ninguno lo lograba, se celebraría la segunda vuelta entre las dos primeras votaciones.

Algo había quedado mal hecho y los inconformes del voto en blanco y la abstención consolidaron una masa considerable que condujo al acto legislativo número uno de 2003.

Así que le agregamos al artículo 258 superior un parágrafo que ordenó repetir las elecciones si el voto en blanco alcanzaba la mayoría de los votos válidos. De paso en las elecciones unipersonales, quedaban destituidos los aspirantes iniciales, sin poderse presentar en la segunda vuelta o ballotage.

Y es que el voto en blanco ha estado cerca.  Miren que un día el voto en blanco ganó en Tinjacá un pueblito boyacense de tres mil quinientos habitantes y en Florida otro pueblo del Valle del Cauca de 58.400 habitantes ganó, con el dato curioso que allí hombres y mujeres están a la par. Una para cada uno. 

Sí. Algo había quedado malhecho y sigue siéndolo, pues fingimos vivir en una auténtica democracia. Hay que seguir reformando el artículo 258 superior y agregarle más parágrafos. Además, meterle la mano a la ley de los Partidos Políticos que también quedó mal hecha.

El 258 superior, por ejemplo, debe tener otro parágrafo, que concilie la oligarquía, que es el gobierno de unos pocos sobre las mayorías, metiéndole representación con más gente, con más pueblo. ¿o no? ¿Mejor seguir fingiendo?

El congreso de Colombia se quedó corto, a sabiendas que el Voto en blanco es una forma de protestar y no les puso dientes para que condujera a algo, a los cambios que se necesitan.

Tampoco entendió el congreso, que las abstenciones tienen un significado de indiferencia por el sistema democrático que merece una parada para reflexionar y encontrar estímulos hacia el buen gobierno, que es lo único que produce fervor para creer en el sistema. Sí, para que la gente vote.

Adenda: Algún día lograremos que el voto en blanco tenga dientes. Aunque nos llamen hipócritas sigamos votando en blanco, fingiendo que vivimos en una auténtica democracia. Así los que renuncian, no nos vuelven a dejar colgados de la brocha, o al menos nos informan antes de quitar la escalera.

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