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El ritual de la vida y la muerte
Probablemente muy pocos se atrevan a investigar sobre las raíces de los días como “Halloween” que se remontan a hace más de 3.000 años.
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Sábado, 5 de Noviembre de 2022

En esta semana que pasó se juntaron tres fechas seguidas que están llenas de significados distintos con génesis en el mundo antiguo y pagano, acompañado de rituales que poco a poco se fueron convirtiendo en cotidianos y que finalmente, se comercializaron para volverse tradición, economía y festejo en muchos lugares del mundo, en especial en América Latina. 

Probablemente muy pocos se atrevan a investigar sobre las raíces de los días como “Halloween” que se remontan a hace más de 3.000 años. Según la Universidad de Oxford, cuando los pueblos celtas de Europa celebraban su año nuevo, llamado “Samhain”, en el que hoy consideramos el primero de noviembre, en la víspera de este festival de la cosecha gaélica, se creía que los espíritus caminaban por la Tierra mientras viajaban al más allá, junto con otras criaturas, como hadas y demonios.

Este ritual servía para despedir a Lugh, el dios del Sol, y dar la bienvenida a las noches cortas y frías que traía consigo el otoño.

Pero esta fiesta que se acercaba al pecado y al juego con el más allá, una vez se cristianizaron los distintos ritos y la Iglesia católica tomó im-pulso, dividió una fecha de la otra con el Día de Todos los Santos. Esta es una solemnidad cristiana que tiene lugar el primero de noviembre para las Iglesias católicas de rito latino, y el primer domingo de Pentecostés en la Iglesia ortodoxa y las católicas de rito bizantino.

No se debe confundir con la Conmemoración de los Fieles Difuntos. En este día la Iglesia celebra una fiesta solemne por todos los difuntos que, habiendo superado el purgatorio, se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios. La iglesia primitiva acostumbraba a celebrar el aniversario de la muerte de un mártir en el lugar del martirio. Frecuentemente, los grupos de mártires morían el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común.

Cuando llegaron a América los españoles en el siglo XVI, trajeron sus propias celebraciones tradicionales para conmemorar a los difuntos, donde se recordaba a los muertos en el Día de Todos los Santos. Al convertir a los nativos del Nuevo Mundo, se dio lugar a un sincretismo que mezcló las tradiciones europeas y prehispánicas, haciendo coincidir las festividades católicas del Día de Todos los Santos y Todas las Almas, creando el actual Día de Muertos.

En Colombia estas conmemoraciones no son ajenas a nuestro diario vivir, de hecho, además de disfraces y dulces, de ritos eucarísticos en conmemoración de santidad y la búsqueda del sosiego de recordar a los que partieron, también nos alerta de la llegada de la pronta Navidad y fin del año gregoriano, que se repite cada 365 días.

Pero un país como el nuestro donde la muerte y la vida se confunden en acciones que muchas veces nos escandalizan, y que ya nos son norma-les, nos lleva a algunas reflexiones. Somos genéticamente la mezcla de ritos y raíces milenarias, que, aunque cambian de forma, siguen en nues-tra conciencia colectiva y social.

De igual manera, a pesar de lo banal en que se puedan convertir estas

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