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El otro virus chino
En la última semana de abril salieron dos nuevos documentos en la revista Foreign Affairs que ponen a China en el ojo de la tormenta. 
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Sábado, 9 de Mayo de 2020

Cuando empezó el famoso programa chino que se llamó la nueva Iniciativa de Ruta de la Seda (BRI, por sus siglas en inglés), de inversiones en infraestructura en el continente eurasiático y África, siguiendo un trazado similar a la famosa Ruta de la Seda de la Antigüedad, que iba de Roma a China, pasando por Constantinopla (hoy Estambul), apoyando a los actuales estados actuales en sus inversiones con créditos “blandos” de largo plazo, todo el mundo se impactó por la impresionante promesa de trenes de gran longitud de alta velocidad, súper puertos y aeropuertos, además de autopistas y otras inversiones, que harían palidecer todo lo visto hasta ahora.

Pues bien, esa burbuja se empezó a desinflar (Demystifying Belt and Road, Yuen Yuen Ang, Foreign Affairs, mayo 2019) cuando se vio que muchos de esos créditos eran dados a países tercermundistas con graves problemas de corrupción y gobiernos autócratas, estados débiles, sin una real supervisión para la adecuada inversión de esos créditos. Y la BRI no ha funcionado, porque lo que se temía pasó: una buena porción de los prestamos “desaparecieron”, y para completar, los créditos “blandos” no lo eran, sino que eran costosos.

En la última semana de abril salieron dos nuevos documentos en la revista Foreign Affairs que ponen a China en el ojo de la tormenta. El primero titulado “Es tiempo para una revisión independiente del coronavirus” (Thomas J. Bollyky y David P. Fidler), plantea en positivo, la necesidad de una revisión sobre el manejo del virus de parte de la Organización Mundial de la Salud, y propone un panel científico independiente que se reúna por solicitud del Secretario General de Naciones Unidas, que sólo buscaría aprender las lecciones para enfrentar futuras pandemias. Esta propuesta se da ante la negativa de China y de la OMS de hacer esa revisión “en este momento”, quienes dicen que en unos años habrá espacio para ello, pues hoy hay que luchar contra el virus, cuando sea mucho más difícil reconstruir los sucesos y mucha evidencia se “pierda”. La revisión no afecta la lucha contra el virus, y eso lo saben China y la OMS. A China y la OMS les va a costar salirse de esta, pues países como Estados Unidos, Australia y Ja
pón se han radicalizado en sus acusaciones de manejos indebidos.

Pero complementario a ese documento salió en la misma revista con el título de “La deuda china puede causar que los mercados emergentes implosionen” (Benn Steil y Benjamin Della Rocca), otro artículo que explica que en el marco de la iniciativa BRI, China ha prestado entre 120 y 135.000 millones de dólares a países entre los cuales están Paquistán, Suráfrica, Djibouti, Etiopia y Kirguistán, que en términos de los respectivos PIB representarían 7%, 4%, 80%, 20% y 40% del mismo, respectivamente. Y las famosas tasas “blandas”, se calculan, a pesar que la información es muy poca y opaca, muy a lo oculto como acostumbra China, en 3% por encima del costo de capital de su banca, mientras que en comparación el Banco Mundial solo cobra el 1% equivalente.  

Pues bien, ante la pandemia el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han sacado ya con carácter de emergencia varios billones de dólares para apoyar a los países emergentes, pero ante la evidencia que eso será insuficiente y que los recursos de las dos entidades son finitos, esos entes les pidieron a los países más desarrollados congelar el pago de deuda de los países emergentes al menos hasta diciembre de este año, aunque una ayuda real sería hacerlo hasta mediados del 2021. El G20, el club de los 20 más ricos del planeta se reunió y acordaron hacer este congelamiento en principio hasta diciembre de este año, pero con monitoreo de la situación. Sólo uno usó cláusulas exorbitantes: China. Y menciona el artículo que al día siguiente de la declaración del G20, el portavoz en Beijing del Global Times dijo que “los préstamos preferenciales”, tales como los realizados por el Banco Chino Importaciones y Exportaciones (EximBank), “no aplican para alivio de deuda”. El EximBank ha financiado cerca de 1800 proyectos BRI. Lo que se vendió como el nuevo Plan Marshall para Asia y África, en realidad era venderle el alma al diablo. Exigir que los países sigan pagando esos créditos es condenarlos a que no dispongan de recursos para manejar su emergencia sanitaria. Al virus COVID-19, China suma el virus BRI. Los que sueñan con un mundo reglado por China, deberían aprender de estos eventos. 

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