Enero es un mes triste, lánguido, sin fiestas, sin atractivos. Enero es un mes para hacer balances, pagar deudas y limpiar el estómago de todas las comilonas no muy saludables con que la gente se atafaga en diciembre.
Enero es el mes de las dietas. “En enero empiezo”, dicen las señoras mientras comen pavo relleno, hayacas y jamón navideño. “Uno al año no hace daño”, dicen otras, justificando las engullidas de fin de año. “En enero voy al gimnasio y elimino todas las grasas que consumí en diciembre”, aseguran las optimistas. “Juro por ésta que en enero voy a estar muy juiciosa con mi dieta”, aseguran todas.
Hablo de las mujeres, pero la verdad es que también hay hombres que se preocupan por los gorditos de más, porque la barriga creció varios centímetros, porque la aguja de la balanza no se detiene cuando se pesan. Parece ser cierto que los hombres son más vanidosos que las mujeres, según dicen ellas. Cualquier excusa es buena para aplazar el inicio de la dieta hasta febrero o hasta “el mes entrante”, sin que se sepa a ciencia cierta cuál es ese mes entrante.
De todas maneras, unas y otros se escudan en el cuento de que “en enero empiezo”, para darle cabida, en diciembre, a la gula, uno de los siete pecados capitales por los cuales mi Diosito manda a la paila gocha, sin contemplaciones, a quienes los cometen.
Pues bien, llegó enero y es hora de estar empezando la dieta, tal como lo prometieron cerrando los ojos, el 31 de diciembre, a la media noche. Pero lo malo es que no se ven signos de querer darle cumplimiento a lo prometido.
Con el fin de ayudarles a los morosos a empezar su esquiva dieta, esta columna, después de sesudas investigaciones, ofrece varias opciones garantizadas, para que lectoras y lectores asuman sus responsabilidades dietéticas en forma rápida, fácil, efectiva y gratis.
La primera dieta recomendada, se llama la del pajarito. Se trata de comer frutas, sólo frutas y nada más que frutas. Cuando empiece a hacer nidos y a poner huevitos, es señal de que la dieta está haciendo efecto.
La puede intercambiar con la dieta de la vaca, que consiste en comer hierbas y sentarse a rumiarlas, mientras va pensando en otros placeres menos amargos.
La dieta de la naturaleza consiste en tomar agua en lugar del desayuno, agua en lugar del almuerzo y agua en lugar de la cena. El efecto se nota cuando empiece a estirar el pescuezo como los camellos en el desierto. En ocasiones alcanza a salir joroba.
La puede complementar con la dieta china del aloz en agua, sí señol. Se echa una cucharada de arroz crudo en un vaso de agua, se pone al sereno varias noches y después se consume. El efecto se demola, pelo es sablosa.
Estas dietas se pueden hacer durante todo el año hasta el mes de noviembre, en que se suspenden para empezar a preparar el organismo para las comilonas que se avecinan en navidad y año nuevo. Hágalas y verá los resultados.