Leí en los diarios USA Today y el Miami Herald sobre un seminario acerca del papel que hoy juegan las energías alternativas frente a los combustibles fósiles en los Estados Unidos (45avo día anual del ambiente), con datos muy interesantes y que hacen pensar en una conclusión que a primera vista parece contradictoria, y que hará poner rojos, casi morados, a nuestros verdes izquierdosos: donde hay una economía de mercado funcionando, se puede llegar a decisiones de amplio impacto benéfico para el ambiente. En economías restringidas y semiestatizadas como la colombiana, el punto de llegada es mayor contaminación.
El director de análisis y planeación de recursos del Instituto para Economía Energética y Análisis Financiero, David Schlissel, dijo que “el precio de generar energía eléctrica y en plantas de gas natural, y mediante energía solar y eólica, ha declinado de manera dramática”. El componente basado en carbón para generación cayó del 48% en 2008 a 27% en el 2018, y se espera que llegue al 22% en 2020, según la Administración de Información de Energía de los EEUU. El director de un tanque de pensamiento de Colorado, mencionó que se está cerrando una carboeléctrica por mes y que para el 2030, el carbón ya no se usará en generación. En lo que nos compete, el precio del carbón solo ira a la baja.
Según otro analista los precios sin subsidio de la generación a carbón están en una banda entre 60 y 143 dólares por megavatio, mientras los generados con viento están entre 29 y 56 dólares por megavatio, y para generación solar entre 40 y 46 dólares por megavatio. El creciente costo de la generación a carbón es por su creciente costo ambiental. El gas natural es más barato que el carbón (en Colombia es al revés) y hoy el gas natural aporta el 35% de la generación en los Estados Unidos. El costo por megavatio termoeléctrico con gas natural está entre 41 y 74 dólares. Se concluyó que hay partes de Estados Unidos donde la generación eólica y la solar y compiten con la del gas natural. El precio de las baterías para almacenar energía solar y eólica está entre 4 y 7 dólares por megavatio hora, lo cual, dijeron expertos, no matan la competitividad de esas fuentes alternativas. Los expertos concluyeron que teniendo señales claras y permitiendo que el mercado capture la innovación, permitirá pasar al uso masivo de energías no convencionales.
Por contraste en Colombia, los precios de los combustibles no obedecen a criterios económicos y muchos menos ambientales, sino a las necesidades de caja del gobierno, usando para eso su vehículo perverso de Ecopetrol, en lo que están de acuerdo verdes, rojos, amarillos, azules, morados o multicolores, todos a una como en Fuenteovejuna.Eso lleva a que tengan que sacar un Conpes que hace combustible limpio el diésel, sólo en Colombia, que el gas natural sea tan caro que ya no compite con la gasolina, y está matando el mercado del gas natural vehicular, y que varias ciudades, entre ellas, Bogotá y Medellín, estén en problemas serios con la contaminación de un parque automotor dieselizado, para solo mencionar algunas perlas. Y eso lleva a que, por ejemplo, en Bogotá los nuevos buses de Transmilenio se basaran en diésel, el mayor contaminador de gases efecto invernadero, por los próximos diez años, cuando en Europa este combustible se habrá eliminado de la canasta energética en unos cinco años, en los principales países de Europa.
Que las energías limpias sean todavía costosas y no permitan alcanzar economías de escala; que los vehículos eléctricos sigan en el limbo; y que las señales para generación de energía sean hacia más Hidroituangos, son productos de un modelo extractivo del monopolio de los hidrocarburos, así nos juguemos el futuro ambiental.
En Estados Unidos la señal de precio es hacia la eficiencia y las energías no convencionales, y en Colombia hacia ideologizar la producción de hidrocarburos, hablando a la vez de ecología y de defender el papel del monopolio de Ecopetrol como “primera empresa del país”, y patrimonio de “todos los colombianos”, así eso nos lleve a más energía cara y contaminante.En esa lógica se entiende la estupidez de Petro, cuando, hablando de movilidad dijo, “lo que hay que definir es si la calle es del rico o del pobre”; claro, él sabe que en nuestro régimen la calle, Ecopetrol y los buses a diésel son de los políticos, como él, y de sus socios.