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El mamador de gallo
Si se analiza la historia del profesor Mockus, quien surgió para la posteridad en la oportunidad.
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Sábado, 10 de Agosto de 2019

Si hay alguien que se divierta a costillas de los colombianos es el profesor Antanas Mockus, que ha sido alcalde de Bogotá, rector de la Universidad Nacional, senador de la República, candidato presidencial y el personaje que ha recibido una de las más altas votaciones de la historia. Y todo ello sin haber nacido en Antioquia, en Boyacá o en Bogotá. Algo inédito en  nuestra historia política. 

Pero eso no es todo: el famoso profesor se ha divertido mucho a costillas de los indígenas colombianos, de quienes se ha reído desde el día en que se bajó los pantalones y mostró sus pálidos glúteos, heredados de sus antepasados lituanos, quienes nunca se imaginaron que uno de sus herederos gozaría mamándole gallo a los indígenas de un país situado en el ardiente trópico, en la tierra de Gabriel García Márquez, un gran tomador de pelo.

Si se analiza la historia del profesor Mockus, quien surgió para la posteridad en la oportunidad en que para burlarse de unos estudiantes se bajó los pantalones, un gesto que en su país de origen significa rechazo, desprecio y burla. Todo lo contrario a la aceptación y el aplauso. Ahí arrancó la historia del hombre que se ha burlado de un país.

Nunca he votado por él, pues considero que nos cree unos ignorantes que no merecen una discusión seria sino una burla. Lo cual es cierto porque otras personalidades que han buscado el apoyo del electorado nunca han podido alcanzar el reconocimiento del profesor lituano. Y los nombres son muchos, pero debo anotar que aquello que le perdonan a Mockus no se lo admitirían a otros. ¿Quién se imagina, por ejemplo, a Alfonso López o a Alvaro Gómez bajándose los pantalones? 

La última aparición del profesor que obtuvo la segunda votación para el Senado es la absurda decisión del Consejo de Estado, que le anuló la credencial de Senador, que estrenó bajándose los pantalones. Los ilustres magistrados se agarraron de un inciso para declarar nula la decisión de miles de colombianos, que sin mermelada, tejas o lechona habían votado por Mockus. Triunfó la tesis de un abogado guajiro al que acusan de vínculos con personas de dudosa ortografía. La reacción no se hizo esperar y periodistas de distintas tendencias protestaron porque creyeron que la presencia del profesor en  el Capitolio era importante, sobre todo si se tiene en cuenta que en ese sitio tienen asiento personajes que no deberían estar ahí porque no aportan nada para el progreso del  país.

Repito: no he votado por Mockus y no pienso hacerlo, pero no es sano cancelarle su credencial. Es un tomador de pelo que necesitamos los colombianos para que nos enseñe a pasar las calles,  a respetar a los demás y a civilizarnos. El país no puede seguir por el camino del enfrentamiento y del odio. Necesitamos más Mockus, a quien “el innombrable” comparó con un caballito discapacitado, más gente que tenga buen humor Y que enseñe algo. En una oportunidad el comandante Fidel Castro vaticinó que teníamos Mockus para rato. Y no se equivocó. GPT   

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