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El lado oscuro de la política
Una muestra de esa descomposición es el manejo de los recursos destinados a los programas de alimentación escolar.
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Domingo, 8 de Mayo de 2016

La expresión de las ideas, el debate de los asuntos de interés público, el manejo del Gobierno, el examen de todo cuanto concierne a la sociedad, entre otros, hacen parte del repertorio de la política.

Es la definición de rumbos, un motor que induce a la movilización colectiva en defensa de determinadas causas o como protesta contra lo que se estima contrario al bien común.

Son dinámicas que han hecho posible la organización de la sociedad y el desarrollo de sus formas de Gobierno. Es el caudal histórico de los pueblos, con las diferentes concepciones.

Pero no todo es positivo en la política.

Y así como crea movimientos que tienen por finalidad mejorar las condiciones de vida de la sociedad mediante el buen aprovechamiento de los recursos disponibles, también engendra regímenes de opresión. Inclusive, la guerra, entendida como la “la continuación de la política por otros medios”, según Carl von Clausewitz.

En Colombia la política pasa por una situación de crisis ostensible. Es visible su degradación. La conducta de no pocos dirigentes, que han accedido al manejo de lo público, es muy cuestionable. Es el aprovechamiento del poder con la mayor desfachatez posible.

La corrupción ha alcanzado los más altos índices de descaro.

Una muestra de esa descomposición es el manejo de los recursos destinados a los programas de alimentación escolar. Los contratistas llegan hasta el descaro de  entregar raciones descompuestas. Hasta un excongresista de Norte Santander fue denunciado por presunta comisión de esa irregularidad.

Y mediante el abuso de poder también y en ejercicio de la política, se han hecho los fraudes electorales, se han cometido homicidios, se han saqueado los hospitales, se han amarrado los contratos para el enriquecimiento de unos pocos. Algunas administraciones están convertidas en agencias de negocios a fin de garantizar la reposición de lo que invirtieron en sus campañas los elegidos.

Todo eso sucede con la complicidad de los organismos de control, que son piezas del engranaje de los políticos.

De ese entramado descompuesto de la política colombiana hablaron en Cúcuta el pasado jueves la senadora Claudia López y el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo. Los dos advirtieron la gravedad de las malas prácticas predominantes de quienes son protagonistas en la función pública.

Y lo grave es que esas conductas ilícitas riñen con el empeño de la paz. Lo que  se gana con esta se vuelve a perder con el desmadre del abuso de poder.

La consolidación de la paz en Colombia requiere la erradicación de toda la corrupción. El buen Gobierno impone ética. No puede ser ficción. Las apariencias son tanto más dañinas cuanto más vuelo tengan.

Y hay que insistir en la denuncia de todo o que sea degradación de la política.

Puntada

El Catatumbo no resiste más promesas. Y el Gobierno debe ser claro en las políticas destinadas a romper el atraso que allí se ha acumulado, a pesar de sus recursos. A los congresistas de Norte Santander les corresponde hacerle seguimiento a la ejecución de los planes hasta su efectivo cumplimiento.

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