Esta semana se reunieron en Washington los presidentes Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador para celebrar la entrada en vigencia del tratado T-MEC entre Canadá, México y Estados Unidos, que desde la semana pasada reemplazó al NAFTA que durante más de 25 años regentó las relaciones económicas de estas tres potencias.
Trump calificó la firma como una victoria histórica con enormes oportunidades económicas para los tres países y López Obrador destacó que el acuerdo permitirá reversar el déficit comercial actual en el que Norteamérica importa tres veces más de lo que exporta. No estuvo presente el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
La reunión celebrada en la Casa Blanca se caracterizó por el excelente trato de los mandatarios y los mutuos elogios. A las frases de bienvenida del presidente Trump el mandatario mexicano respondió que estaba allí para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado con los mejicanos con gentileza y respeto. “Fallaron los pronósticos, no peleamos, somos amigos y vamos a seguir siendo amigos”.
Antes de la reunión los mandatarios intercambiaron los regalos protocolarios, en lo cual coincidieron pues ambos aparecieron con bates de béisbol, deporte con el que se identifican. López recordó que su sueño fue haber sido beisbolista profesional y que jugó como jardinero central, con gran desempeño.
En esta reunión, calificada como la feria de los elogios, en la que Trump expresó que los mexicanos son gente fantástica y muy buenos trabajadores, no se habló del muro fronterizo que se construye y que según el mandatario estadounidense lo pagará México, ni se recordaron las duras frases con que Trump se refería a los mejicanos en su campaña en 2016.
Este primer viaje de López al exterior en sus 18 meses de mandato será recordado por su ejemplo en el trato con los demás y porque ni él ni Trump portaron tapabocas, aunque no se estrecharon las manos. ¿Será este el principio de un gran cambio en las relaciones de estos vecinos?