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El fracaso de lo políticamente correcto
Hay una tendencia importante y elogiable a hablar de lo “políticamente correcto” en cualquier escenario social. 
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Jueves, 17 de Noviembre de 2016

La política es una actividad especializada que determina el futuro de cualquier sociedad organizada. Es el escenario donde se intentan equilibrar los conflictos entre ideas y pretensiones de las personas, siendo en principio el estadio anterior a la guerra.

Hay una tendencia importante y elogiable a hablar de lo “políticamente correcto” en cualquier escenario social. Ello se refiere al perfil de una persona que pretende representar a una sociedad y manifiesta en las contiendas electorales sus ideas, propuestas y opiniones a sus electores para que estos se hagan una imagen de lo que sería un futuro mandato de quien dirigiría su rumbo una vez llegue al poder. Es la previsibilidad o probabilidad cercana a saber qué sucederá con el destino de las cosas.

Valores como “democracia”, “Derechos Humanos”, “paz”, “seguridad”, “institucionalidad”, “interés general”, “pluralismo”, “unión”, entre muchos otros, podrían definir lo “políticamente correcto”. Sin embargo, en los últimos meses el mundo está presenciando unos resultados electorales en distintos escenarios políticos que llevaría a pensar que la “política correcta” es una utopía riesgosa, y que el discurso político que está empezando a prevalecer es el del sectarismo, radicalismo ideológico, fundamentalismo religioso y chovinismo excluyente.

En efecto, hace unos días el pueblo norteamericano decidió que su presidente fuera un sectario y radical ideológico como Donald Trump. ¿Qué podría esperar el pueblo norteamericano y el mundo de este megalómano misógino? Pues la materialización de lo que dijo y propuso en sus debates y entrevistas: aniquilación del pluralismo democrático, persecución a los musulmanes (guerra religiosa), persecución y exclusión de los miembros de la comunidad LGTBI, de los latinos, afrodescendientes y las mujeres, la construcción de un muro divisorio cuyo costo sacaría de la pobreza a millones de seres humanos, racismo blanco, amenazas y guerras nucleares inminentes con otros países, relaciones internacionales unilaterales y monolíticas, neo-guerras frías, desconocimiento del Derecho Internacional y la Carta de la ONU, entre muchas más.

Pensar en Trump eriza los pelos a cualquier pacifista-demócrata y llevaría a pensar en lo siguiente: ¿qué pasará con Latinoamérica, se convertirá en el patio trasero o el trasero patio de los EE.UU?, ¿cómo lidiará el señor Trump con las pretensiones imperialistas rusas y la megalomanía de Putin?, ¿habrá otra guerra fría?, ¿qué pasará con Corea del Norte y sus ensayos militares, le declarará la guerra o lo invadirá?, ¿cómo manejará la relación con la OTAN y la situación de Israel y el mundo árabe, en especial Siria?, ¿qué pasará con el cambio climático y las declaraciones que hizo durante la campaña desconociendo la realidad de las consecuencias inminentes de dicho cambio?, ¿cómo manejará la diplomacia con China y sus pretensiones de expansión económica, militar y espacial?, ¿qué pasará con África y su inestabilidad política?.

No hay que ir lejos para evidenciar otros casos donde lo “políticamente correcto” fue desechado por pueblos que han permitido que megalómanos inescrupulosos consigan imponer su sectarismo ideológico: Colombia hace poco desechó el Sí en el plebiscito que pretendía acabar más de 50 años de conflicto armado con las Farc, lo cual al parecer se hizo con las artimañas de un expresidente y sus séquitos basados en mentiras como lo han dicho algunos líderes del No en algunas entrevistas. El Reino Unido decidió en un referendo salir de la Unión Europea(Brexit)con una participación de más del 72% del electorado, cuando nunca antes un país miembro había abandonado esta unión política y económica de 28 países, decisión que traería consecuencias políticas y económicas drásticas para dicho país y todo el proyecto europeo.

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