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El coronavirus en una frontera vulnerable
La preocupación principal estriba en la debilidad que muestra el sector salud en Venezuela, en donde su sistema hospitalario carece de logística.
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Sábado, 29 de Febrero de 2020

Todos anhelamos que el Coronavirus sea controlado cuanto antes. Nos parece ficción que San José de Cúcuta, un puerto fronterizo a más de 15 mil kilómetros de distancia de China, pueda ser alcanzado por este bacilo. No obstante, no sobra reflexionar y prepararnos, lo cual es siempre mejor que lamentarnos.

Sobre este virus, en paralelo con la realidad, se han gestado múltiples especulaciones en las redes, verbigracia, que un laboratorio en Wuhan pudo ser el origen, dando a entender que la manipulación de la bioingeniería sobre los murciélagos, que transmiten el SARS-CovV-2, de donde deriva el Covid-19, terminó infectando algún trabajador; por fortuna, 27 prominentes científicos de diferentes países publicaron el pasado martes un documento en The Lancet, no solo descartando la versión y condenando los rumores, sino probando que el origen estaba en la fauna silvestre. 

Otras manipulaciones son de orden económico, como quiera que ha crecido el aislamiento sobre China, de suerte que negocios de importación y exportación se han congelado, golpeando con rudeza a la segunda economía del mundo y, si la epidemia continúa, generando en el mediano plazo una recesión económica internacional cuyo alcance es todavía impredecible. 

Como abrebocas, Wallstreet y otras bolsas llevan 5 días viendo caer las acciones de compañías que parecían intocables. 

Por ahora, el Covid-19 parece imparable, como quiera que para el viernes ya se registraban más de 84 mil casos, de los cuales 79 mil en China. Ya son 59 los países que albergan al menos un contagiado; después de China, aparecen Corea del Sur con 2.337, Italia con 888, Irán con 388 y Japón con 226; Singapur, Hong Kong, Alemania y Estados Unidos siguen en la lista con más de 60. 

Los últimos países en registrar algún infectado fueron Lituania, Bielorrusia, Islandia, Nueva Zelanda, Nigeria, Méjico y Azerbaiján, por ciudadanos que habían estado en Italia o Irán. Producto de un viajero de Alitalia, Brasil reportó su primer caso a principios de la semana.

Aunque las cifras indican que no se trata de una pandemia, como para caer en pánico, porque el 44% de los infectados se ha recuperado, es prudente pensar en Cúcuta y la extensa frontera, que tiene más de 2 mil kilómetros. 

Según Migración Colombia, por esta zona entran diariamente 45 mil personas al país.  

Para entender el significado que tiene Venezuela frente al virus, recordemos la intensa relación económica que mantiene con China, ya que ante el bloqueo de la banca occidental, el gigante asiático le ha otorgado préstamos por 62 mil millones de dólares en la última década, lo cual representa el 40% de sus créditos en América Latina. Esos préstamos se han ido pagando con petróleo, a razón de 332 mil barriles diarios en 2019. Los barcos de bandera china en Caracas y Maracaibo son frecuentes, lo cual permite suponer que en cualquier momento pueden aparecer los primeros contagiados, entre otras cosas porque no son pocos los chinos que laboran en Venezuela en minería, tecnología digital, agricultura, energía eléctrica y obras de infraestructura. Razones de geopolítica hacen de Venezuela un caso semejante al de Irán, lleno de sanciones por parte de Occidente y bloqueo de la banca multilateral.   

La preocupación principal estriba en la debilidad que muestra el sector salud en Venezuela, en donde su sistema hospitalario carece de logística para atender a diario enfermedades comunes, lo que hace pensar que difícilmente podrá prevenir el Covid-19, o colocar en cuarentena bajo tratamiento idóneo a los eventuales infectados. Aunque guardamos la esperanza de que nada ocurra, creemos en las medidas de prevención que deben adoptarse en la frontera, desde Puerto Carreño hasta Paraguachón. En nuestro caso, baste recordar que centenares de niños del otro lado, estudian en La Parada, Villa del Rosario y otras localidades colombianas, es decir, hacen parte de esos migrantes cuyo tiempo se reparte entre las dos naciones. No creemos que Venezuela disponga de suficientes censores de temperatura para detectar la fiebre y otros síntomas, como tampoco Colombia, dado que son miles los migrantes cotidianos. 

Bajo esa realidad, las autoridades del área metropolitana de Cúcuta y el Norte de Santander, junto a sus equivalentes en Arauca y La Guajira, deberían invitar cuanto antes al Gobierno Nacional para diseñar en conjunto la apropiada reacción ante la aparición del Coronavirus. La visión centralista, que mira por igual todas las regiones, ignora las estrechas relaciones económicas entre Venezuela y China, y los efectos particulares que pueden darse en la frontera, que se torna vulnerable por el permanente éxodo venezolano hacia Colombia, y presenta a Cúcuta como su generosa puerta de entrada.      

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