El crecimiento económico de los países industrializados se ha presentado históricamente gracias, en gran parte, a que han buscado en el exterior mercado para sus nacientes industrias, a través de la exportación de bienes, aprovechando los frutos de la división del trabajo y la consecuente especialización de funciones, magnificados en Inglaterra en el siglo XVIII, hecho magistralmente descrito y justificado por Adam Smith en su famoso libro sobre “La Riqueza de las Naciones”.
A pesar que, sin duda, antes de ese siglo, el mundo había visto crecer el comercio mundial de mercancías (por ejemplo a raíz de los descubrimientos de los navegantes portugueses y españoles), es en el XVIII cuando se presenta el primer proceso de globalización comercial importante, que se repite con más fuerza a partir de 1870, hasta 1914. Terminada la segunda guerra mundial, vuelve el comercio a aumentar, por el proceso reconstructor de los países que participaron en la guerra, fortalecido por la creación de los organismos de la ONU que impulsan este comercio, como el GATT, el Banco Mundial y la estabilidad monetaria mundial que origina el Fondo Monetario Internacional.
A partir de 1993 el comercio mundial de bienes toma gran fuerza, presentándose la actual globalización comercial que impulsa la economía mundial, en la medida en que crece notoriamente la participación de las exportaciones de bienes dentro del PIB mundial. Efectivamente, según cifras del Banco Mundial, en 1993 el PIB mundial ascendía a USD 26,2 billones (millones de millones de dólares americanos) y las exportaciones de mercancías a USD 3,8 billones, es decir la participación era del 14,5%. Ya en 2022, 30 años después, esta participación asciende a 25%, toda vez que el PIB llegó a USD 100 billones y las exportaciones a USD 25 billones.
En lo que se refiere a Colombia, según las cifras del Banco Mundial y cálculos propios, en 1993 el PIB fue de USD 66.500 millones, participando las exportaciones en el 11.1% al sumar USD 7.400 millones; en 2022 el PIB ascendió a USD 345.000 millones, participando las exportaciones en el 16.5% al sumar USD 57.000 millones.
Es decir, mientras el mundo aumentó la participación de las exportaciones en 10.5 puntos porcentuales, Colombia lo hizo solamente en 5.4 puntos. Transitamos en la dirección correcta pero es insuficiente.
De otra parte, según la Organización Mundial de Comercio, OMC, que reemplazó al GATT, las exportaciones mundiales de productos manufacturados en 2022 participaron con el 63.1% del total, los combustibles y productos de las industrias extractivas con el 19.9%, los productos agrícolas y alimenticios (procesados) con el 17%. En ese mismo año en Colombia los productos manufacturados participaron con el 18.5% del total, los combustibles y productos de las industrias extractivas con el 56.4% y los agrícolas y alimentos con el 25.1%
La distribución en Colombia, que muestra una elevada participación del segundo grupo de bienes, hace vislumbrar un gravísimo problema a mediano y largo plazo. Si la exploración de petróleo, interrumpida hoy, no se reinicia pronto, en pocos años veremos caer, drásticamente, nuestro volumen exportado.
Volviendo a las cifras de 2022: de nuestras exportaciones totales, USD 57.000 millones, el 56.4%, USD 32.150 millones, corresponde a petróleo y carbón. Si este valor disminuye, veríamos descender, drásticamente, el valor total de las exportaciones, que han sido la fuente más importante de nuestras reservas internacionales. En el caso del petróleo, si Colombia deja de exportarlo, la pequeñísima participación que tenemos en la oferta mundial (0.68%) será suplida inmediatamente por los países de la OPEP+ u otros, simplemente abriendo la válvula de extracción que han mantenido parcialmente cerrada para mantener buenos precios en el mercado mundial. ¡Colombia sin reservas internacionales y el problema ambiental “mundial” seguirá tal cual!
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