La primera señal de cambio el domingo de elecciones consistió en que no permitieron lagartos en la tarima principal, ocupada por familiares de Petro y su lúcida telonera caucana, Francia Márquez.
En su léxico incluyente, la vicepresidenta electa de trajes coloridos que alejan la tristeza y anticipan la moda del nuevo cuatrienio, nos regaló “desde el hondón del alma” una sentida y sabrosona alocución explicando su lucha.
Con su verbo y su abigarrada pinta la veo pisando duro en escenarios internacionales defendiendo a los nadies y las nadies. (En campaña, por un momento, creí que Petro le iba a barajar la fórmula vicepresidencial).
Sospeché que en tarima vería al lado del nuevo César, al inefable poeta Roy Barreras, actor principal en los “petrovideos”. O a Benedetti. Falso. Vendería el alma a mi chihuaha Nacho, por saber en qué clóset los escondieron.
El día del triunfo del Pacto conocimos a Verónica Alcocer, de Sincelejo, inminente primera dama, quien ha dado puntadas sobre lo que será su talante desde el poder. Empezó mal, calumniando a cacaos respetables del periodismo femenino.
El único político que coronó tarima fue Antanas Mockus quien felizmente se abstuvo de mostrar, “urbi et orbi”, los jardines colgantes de su Babilonia sexual.
El profesor le pegó tal abrazo rompehuesos al presidente electo que por poco le desajusta el esternocleidomastoideo. Y eso que adhirió tarde al Pacto Histórico. Donde hubiera llegado antes habrían sufrido la tibia y el peroné del mandatario electo nacido en Ciénaga de Oro, Córdoba, por quien no voté.
Ahora toca esperar el prometido cambio, una de las palabras más perrateadas. Ojalá llegue el aplazado bienestar para los que llevan del bulto. Los ricos (en glóbulos rojos) como yo, estamos bien.
Al país le espera una era histórica - otro voquible desgastado-: la de la izquierda en el poder, para estupor de sacristías, costureros y baños turcos de la “jái”.
Interesante período el que se avecina sin las calles incendiadas por los insatisfechos de la primera línea por cuya liberación abogó Petro. El “mejor Fiscal” que ha tenido Colombia le aclaró que no puede acceder a tan insólito pliego de peticiones por aquello de la separación de poderes.
Viendo al presidente electo pedir imposibles como en el mayo parisino, si me lo topo pienso pedirle que ordene que no haya feas, tampoco ricos descomunales ni elefantes bonsáis, enemigos con los pies planos, tampoco gente que tenga la casa por cárcel mientras sale a disfrutar de su rapiña.
Estrenaremos una izquierda a la criolla, según el mensaje conciliador del nuevo mandacallar caribe.
Como no pienso que este millón y pico de kilómetros cuadrados se vaya a convertir en una segunda Venezuela, he pedido a mis familiares y amigos en el exterior que suspendan la adecuación del cuarto del forastero para alojarme. Ahí les dejo el cuero.