Ahora que ese maldito virus nos tiene con el café a ochenta; ahora que la cosa está peluda; ahora que el culillo nos obligó a escondernos; ahora que nos hemos dado cuenta de que en cualquier momento marcamos calavera; ahora sí nos hemos acordado de que Dios existe, y le pedimos a la Virgen María que implore por nosotros, y nos acordamos de todos los santos y de las ánimas benditas y de san Miguel Arcángel y rezamos el salmo 91 y mandamos promesas de que vamos a cambiar de ahora en adelante, en fin, ahora sí volvemos los ojos a Dios, que todo lo puede.
Este mes de mayo es especial para invocar a María, la madre de Jesús. Los que creemos en ella, sabemos que ella es todo bien, y que por nosotros hace lo que sea para que su Hijo nos dé una manito.
La idea es que haga con nosotros como hizo con los novios de Caná en la fiesta del matri. Se les había acabado el guarapo, las licorerías estaban cerradas y los invitados, como siempre, pedían más. María, comadre de la dueña de casa, dándose cuenta de la situación, llamó a Jesús, al patio de atrás: “Hijo, se les acabó el vino y la gente está prendida. ¿Qué tal un milagrito?“. Jesús transformó el tanque de agua en un tancado de vino, y ahí sí tuvieron trago hasta que los mariachis se durmieron y el sol ya comenzaba a calentar.
Jesús lo hizo, no por los novios, ni por la comadre, ni por los borrachitos. Hizo el milagro porque su mamá se lo había pedido. Es de lo que nosotros ahora estamos seguros que ella hará, si le pedimos con fe, con devoción y humildad.
Precisamente mañana, 13 de mayo, se cumplen 103 años de cuando se apareció por primera vez en Fátima, Portugal, a tres muchachitos que cuidaban ovejas en una vereda llamada Cova de Iría. Al comienzo nadie les creyó, ni siquiera los curas, ni el obispo. Pero cuando empezaron los milagros y fenómenos sobrenaturales (una vez, a las tres de la tarde, el sol se enloqueció y comenzó a danzar como si le hubieran tocado las Brisas del Pamplonita, de Elías Mauricio Soto, o Abanico de Brisas, de José Luis Villamizar Melo), entonces ahí sí, la gente y la iglesia les creyó a los pastorcitos y por todo el mundo cundió la devoción a la Virgen de Fátima.
El otro día, en Las Mercedes, la imagen de Nuestra Señora de Fátima, recorría las casas de la población, día por día, durante el mes de mayo. En cada hogar le arreglaban un rincón de la casa, un altar con flores, palomitas de papel, banderas blancas, pendones azules y mucha fe. No eran “tinto y Rosario”, como algunos curas, sino rosarios y cánticos. Un día y una noche permanecía la Virgen en cada familia.
Cuando la población aumentó, la Virgen pasaba el día en una casa y la noche en otra. Y cuando el pueblo fue más grande, sólo estaba medio día en las casas, para que alcanzara a recorrer la mayoría de las casas, por aquello de que “no había virgen pa’tanta gente”. Después tocó comprar otra imagen de la Virgen y cada una recorría medio pueblo. Era una especie de peregrinación de la Virgen llevando sus bendiciones, casa a casa.
Volviendo al comienzo. Es hora de que nos acerquemos a la Virgen . Ella, como buena mamá, como nuestras mamás de la tierra, nos ayuda mucho. Ojalá nos saque de este atolladero en nos metieron unos hijuemadres murciélagos. Con razón mi mamá, cada vez que un murciélago se nos metía a la casa, lo agarraba a chancletazos, hasta que lo corría. Decía que ese animalejo era el mismísimo patas.
Una ñapa: La estrofa mariana dice: “El 13 de mayo, la Virgen María/ bajó de los cielos a Cova de Iría”. Cuando un 13 de junio, el general Rojas Pinilla dio un golpe de estado, los mamadores de gallo cantaban: “El 13 de junio la Virgen María/ cambió al presidente por un policía”.