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Don Quijote y el coronavirus
Antes de posesionarlo, antes del juramento de rigor, lo llamó aparte y, a puerta cerrada, le dio una serie de consejos sobre cómo administrar justicia y cómo manejar la cosa pública.   
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Jueves, 23 de Abril de 2020

Y sucedió, entonces, que don Quijote nombró a su escudero Sancho Panza, gobernador de La Ínsula (no la cucuteña), un lugar que sólo existía en la afiebrada mente del Ingenioso Hidalgo, ilustre Caballero  de la Mancha.

Pero don Quijote lo hacía, no tanto por pagarle a Sancho un favor político, como sucede con los nombramientos que se hacen en la actualidad, sino que, de corazón deseaba que su fiel vasallo y escudero, tuviera  por fin un descanso merecido, después de todos los ajetreos acompañándolo por los caminos de La Mancha. Y  nada mejor que colocarlo, bien colocado, en un alto puesto de la burocracia. 

Pero no lo nombró de consejero ni de ministro, ni lo mandó de embajador, ni le dio un alto cargo militar, ni lo envió al senado de la república. No. Lo hizo gobernador, cargo para el cual, Sancho Panza tenía todas las condiciones.  

En el corazón de Alonso Quijano, verdadero nombre de don Quijote, el bueno del Sancho ocupaba un lugar importante. Por eso quiso premiarlo nombrándolo gobernante, con todas las de la ley,  pero quería, además, que su mandato pasara a la historia. 

Antes de posesionarlo, antes del juramento de rigor, lo llamó aparte y, a puerta cerrada, le dio una serie de consejos sobre cómo administrar justicia y cómo manejar la cosa pública.   

Después de aleccionarlo para que desempeñara su alto cargo como debería ser, se refirió a algunas cosas personales, advirtiéndole que el éxito de su gestión también dependía de su figura personal, su presentación y su salud.

Le decía, por ejemplo, que continuamente se lavara las manos con agua y jabón. Como si el coronavirus anduviera por allí cerca. Como si los chinos hubieran soltado su plaga feroz sobre los habitantes de La Ínsula. En las palabras de don Quijote a Sancho, me parece escuchar a nuestro alcalde o al gobernador o al presidente, insistiéndonos a sus subordinados, casi que rogándonos, sobre la importancia de no descuidar la limpieza de las manos.  

“Córtate las uñas y no las muestres llenas de mugre, porque además de ser mal visto, es peligroso para las infecciones”. He visto, ahora en esta pandemia, a enfermeras y médicos aconsejando la limpieza de las uñas, porque allí se puede acomodar el mortal virus. Igualito a don Quijote, sólo que él no hablaba del Covid 19.   

Palabras más, palabras menos, don Quijote le decía a Sancho: Cuando des una orden, haz que todos la cumplan. Es decir, el  gobernante tiene que amarrarse los pantalones para hacer cumplir sus mandatos. Y que no suceda lo de ahora, en que dieron la orden de permanecer en casa, y a mucha, mucha gente, le importa un carajo lo decretado. Las calles llenas, los parques llenos, los supermercados llenos de gente desobediente, exponiéndose a ese bicho, es lo que se ve con frecuencia. Falta un Quijote que les tire las orejas a los que gobiernan porque se dejan pasar por la faja lo que ordenan.

La presentación personal es importante para gobernantes y gobernados, le aconsejaba el Caballero Andante                                                              al nuevo gobernador. En estos días de crisis,  una sicóloga aconsejaba, para la salud mental de los que estamos encuarentenados, vestir bien todos los días, asearnos y cambiarnos y mostrarnos limpios, aunque sea para vernos en el espejo, aunque nadie nos vaya a ver, aunque no vayamos a salir. Salud mental. Pues algo o mucho de sicólogo tenía don Quijote, porque eran los mismos consejos que le daba a su amigo y protegido. Cuánta falta nos hace el ilustre hombre de la Mancha, para que nos diera sus consejos.

He recordado estos pasajes de la obra de Cervantes, hoy, 23 de abril, en que se celebra el Día del Idioma español, en conmemoración de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, como una invitación a que volvamos a hojear tan magna obra. Mucho que nos serviría de esparcimiento y de aprendizaje en esta encerramiento que parece que va pa largo. Con lecturas como la del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, le encontraríamos el lado amable a este aislamiento social obligatorio. Dicen que quien lee un buen libro no se siente solo. Y hasta cierto será.  

gusgomar@hotmail.com

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