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Don Quijote, el político
Lo maravilloso de la obra es que nos retrata a los humanos.
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Jueves, 21 de Abril de 2022

De don Quijote de la Mancha se ha dicho todo o casi todo: Que nació en un lugar de La Mancha, de cuyo nombre su autor, Miguel de Cervantes Saavedra, no quería acordarse. Que era un loco al que se le había corrido la teja de tanto leer libros de caballería. Que se consiguió un caballo, Rocinante, igual de flaco a él, y armado caballero, se fue por los caminos de la tierra a proteger a los débiles y a luchar contra los poderosos.

Que tenía un ayudante gordiflón, Sancho Panza que, montado en un borrico, le servía de escudero y le seguía la cuerda en todas sus locuras. Que confundía los molinos de viento con gigantes y se les enfrentaba, y confundía las carretas de los vendedores de frutas con armamento pesado de sus enemigos y las destruía.

Que, adelantándose a su época, se consiguió una novia virtual, la incomparable Dulcinea del Toboso, que sólo existía en su febril imaginación de loco y por quien peleaba y a quien le dedicaba sus triunfos y sus derrotas. Dulcinea no le paraba ni cinco, pero el hombre vivía en la traga más intensa.

Se ha dicho de todo de Don Quijote. Que era un loco genial. Que se las sabía todas y las que no, se las inventaba. Que era un maestro y daba enseñanzas. Y que cuando no estaba haciendo locuras, era el ser humano más inocente y pacífico del mundo.

Pero no se ha dicho que era un político. Le hizo creer a Sancho que, en premio a su fidelidad y a su trabajo, lo iba a nombrar gobernador de una región llamada La Ínsula.  Y le dio consejos de cómo debería comportarse para ser un buen gobernante. Y Sancho le creyó. Sabía que estaba loco y que hablaba pendejadas, pero le creyó. Lo engatusó. Y siempre le iba posponiendo su nombramiento. Y con base en cuentos y mentiras, lo mantuvo fiel durante toda la vida de caballero andante.

Yo no sé si los políticos de hoy habrán leído a Don Quijote de la Mancha, pero ahí están retratados, sin quitarle ni ponerle. Lógicamente, hay excepciones y honrosas excepciones. Pero contaditos con los dedos de la mano, como decía mi nono Cleto Ardila.

Por estos días se le rinde homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, quien murió el 22 el abril de 1616 y lo enterraron el 23, motivo por el cual esta fecha fue declarada oficialmente desde España como el Día internacional del Idioma. Habrá discursos, recitales, ofrendas florales, conciertos y reuniones de mucha gente para recordar al autor de Don Quijote, obra considerada la más importante del idioma español.

Pero como también estamos en plena campaña presidencial, sería un buen motivo para recordar a don Quijote el político, que hablaba más de la cuenta y que prometía y no siempre cumplía, pero que tenía el majadero que le creía. Sería bueno que dejáramos de ser Sanchos y analizáramos mejor la cosa, porque como vamos, vamos mal.   

Lo maravilloso de la obra es que nos retrata a los humanos, porque de una u otra manera todos tenemos alguna locura. Por eso dice algún refrán que “de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”.

Hay locos por conseguir plata como sea; locos por ser elegidos como sea; y locos por amor y desamor. El sacristán quiere ser cura, el cura quiere ser obispo y el obispo quiere ser Papa. Locos. El soldado quiere llegar a general prontico, y la secretaria quiere ser jefe. El soltero quiere casarse y el casado quiere separarse. Todos estamos locos, Lucas. 

gusgomar@hotmail.com

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