Hay que decirlo claramente: en Colombia nunca ha existido un modelo político basado en los principios de la democracia liberal y el libre mercado, un modelo basado en la libertad individual y en un control social del estado, ni en un modelo económico de desarrollo, que como requisito tiene la creación de gran infraestructura, más aún en un país regional y geográficamente dividido.
El modelo económico ha sido de economía rentista, exportación de materias primas y fiscalista, que alimente las arcas de un estado creciente; el modelo político es presidencialista con características imperiales y un solo objetivo, la captura del estado y sus rentas; el modelo social, pasó de segregacionista a lucha de clases; el modelo de gobierno es centralista-autista indiferente a las regiones. Como nunca ha existido un país unificado físicamente en razón de un centralismo asfixiante, este siempre ha sido retado militarmente desde las “zonas olvidadas” capturadas por señores de la guerra generando “conflictos” que se han amortizado con procesos de paz cada vez más costosos en términos políticos.
La Constitución de 1991 nos metió en la agenda globalista y Santos, actuando como derrotado y no como vencedor del último “conflicto”, acentuó esa visión colectivista hasta llevar al poder a un radical socialista que buscará lograr un estado narcosocialista como Venezuela.
Ni antes ni mucho menos ahora, hay ningún líder o partido político proponiendo un enfoque de país que nos conduzca a una verdadera democracia liberal. Aunque a mí no me gusta el maniqueísmo de izquierda y derecha, que se ilustra mejor separándolos entre defensores de la democracia “popular”, nombre que se dio por la Internacional Socialista a la lucha de clases y la dictadura del proletariado tras de la caída de la URSS y los defensores de la democracia liberal, seguiré por economía escrita con derecha e izquierda.
Hoy en Colombia no hay derecha, solo izquierda y el vergonzoso centro que es la forma política que encontraron los políticos que “defienden la democracia liberal” de pasarse a la izquierda cuando sea rentable hacerlo; son ambidiestros. En Colombia el espectro político va de la centro derecha pasando por la izquierda radical hasta la narcoguerrilla comunista. No hay derecha, porque todos tienen el mismo objetivo: un Leviatán gigantesco que sirva como botín a capturar.
No ha habido ni se avizora una propuesta de derecha que desmonte ese estado gigantesco, que amenaza aplastar el país como hizo en Venezuela. Ya sabemos para donde va la izquierda colombiana; Petro busca el estado omnipresente y la democracia popular y para eso cuenta con el “centro”.
Si no queremos caer en la ignominia o en la guerra total, ese rumbo solo es enderezable desde la legalidad, desarrollando la línea constitucional de la descentralización. Llegó la hora de hacer lo que nunca se ha hecho, que los ciudadanos nos unamos para presentar iniciativas legislativas, empezando por la descentralización, ante la traición de la “centroderecha”.
El asunto suena quijotesco, empezando por mover la ciudadanía que propenda por la democracia liberal para que se una. Más aún porque el "regimen" desarrolló una legislación y jurisprudencia que actúan como barreras de entrada de la iniciativa legislativa ciudadana. Constitucionalmente la iniciativa ciudadana legislativa requiere contar con el 5% del censo electoral de 40 millones de potenciales votantes, lo que da un total de 2 millones de ciudadanos.
Si logramos subir ese Everest, la ley que apoyaron 2 millones de ciudadanos, puede ser hundida por unos cientos de representantes de la “voluntad popular” que no respetan. Y si llega a pasar, la Corte Constitucional en lo que la afecte la declarará inexequible, eso si antes no es vetada por el presidente por razones presupuesto-ideológicas.
¿Por qué entonces hacer semejante esfuerzo por reformar un sistema político estructuralmente corrupto? Porqué empezar a mover ciudadanía para discutir los grandes problemas nacionales, puede lograr que contengamos el “regimen”. Unión ciudadana manifestándose en la calle e iniciativa legislativa ciudadana es la opción de resistencia civil.