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Decisión trascendental
Ahora nos preparamos a votar Sí  o No acerca de la guerra entre el estado y la guerrilla.
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Viernes, 30 de Septiembre de 2016

Los colombianos hemos tomado en varias oportunidades decisiones que han cambiado el curso de nuestras vidas. Una de ellas,  la selección entre soltería y matrimonio, que algunos quisieran olvidar en vista de los pésimos resultados que les ha resultado unir la vida a otra persona. Y otra no menos importante fue el plebiscito de 1957, cuando millones decidieron doblar la dolorosa página de la violencia partidista y abrir la puerta a un nuevo sistema de gobierno, nada menos que el Frente Nacional, una pausa en la guerra fratricida entre los dos partidos.

Ahora nos preparamos a votar Sí  o No acerca de la guerra entre el estado y la guerrilla comunista fundada por el mítico Pedro Antonio Marín, alias ‘Tiro Fijo’, cuyo cadáver reposa en algún lugar de las montañas. No es poca cosa la decisión que se tomará este domingo dos de octubre, fecha que quedará impresa en nuestra historia como aquella en que terminó una pesadilla que se prolongó por espacio de sesenta años, desde la fatídica fecha en que subió a la Presidencia el conservador Mariano Ospina Pérez, un lobo disfrazado de oveja que abrió la puerta a una época de violencia que incluyó la muerte de millares, el desplazamiento de muchos miles, la destrucción de pueblos, puentes, carreteras y puestos de policía y tantísimos hechos de violencia que sería imposible enumerar.

El costo de la guerra se calcula en varios billones de pesos, una suma que hubiera servido para dotar de escuelas y hospitales a muchos municipios que hoy sufren por la falta de servicios públicos. Según cuentas extraoficiales, con el costo de un solo helicóptero artillado podrían solucionarse los problemas de varios pueblos donde ni siquiera se consigue una aspirina.   

Según un medio capitalino, la guerrilla de las Farc llegó a tener más de veinte mil integrantes, cifra que ha bajado a casi siete mil por la acción denodada de los militares. Desde 1958 hasta el presente ha habido más de doscientos mil muertos, cifra que yo considero muy pequeña. El costo ha sido inmenso en destrucción de muchas poblaciones y no ha habido tranquilidad que permitiera  recorrer los caminos y las cañadas, pues se corría el peligro de ser asesinado como le ocurrió a varios excursionistas. 

Muchos somos optimistas y votaremos SÍ en el plebiscito para acabar con la pesadilla, para volver a ser un país donde, como aspiraba el inolvidable maestro Darío Echandía, se pueda pescar de noche. Donde se pueda viajar por una carretera sin caer en las garras de un retén, un país que sea ejemplo de  pluralismo, de democracia, de respeto al derecho ajeno. Una patria  cuya capital, mi querida Bogotá, vuelva a merecer el título de Atenas latinoamericana. 

No entiendo el negativismo de algunos de cuyo nombre no quiero acordarme. Creo que todos deberíamos trabajar para que Colombia recupere la paz perdida. Que está a la vuelta de la esquina si aprobamos el plebiscito que se votará este dos de octubre. Es cierto que no es perfecto- Pero lo único perfecto es Dios. GPT.  

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