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De las crisis nacen ideas creativas
Esta catástrofe humanitaria no puede seguir alimentando los odios trasnacionales, sino por el contrario debe procurar encontrar las oportunidades ocultas de mejora.
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Sábado, 8 de Febrero de 2020

La diáspora venezolana ha generado una descontextualización del hábitat de los migrantes, quienes gradualmente van desintegrando su identidad social y cultural y produciendo la pérdida del sentido de identidad nacional, que imperceptiblemente es absorbido por el grupo poblacional receptor.

La migración masiva de venezolanos se ha analizado desde la perspectiva del impacto socio-cultural y económico negativo que genera en los países que están recibiendo a las personas desplazadas. La conclusión es clara y contundente; no estábamos preparados para asimilar la cantidad de personas que han llegado a los centro poblados demandando bienes y servicios sin los recursos económicos suficientes, En esa búsqueda implacable por la satisfacción de sus necesidades personales y familiares, han recurrido a todo tipo de actividad legal o ilegal, incluso comprometiendo su dignidad. 

Parece que no le importa al gobierno venezolano el fenómeno social que se está gestando al interior de su país a través de la indolente expulsión de compatriotas, que ha producido un desarraigo social, el cual peligrosamente hace que las nuevas generaciones de venezolanos nazcan, se críen y por ende se asienten en otros países.

En Cúcuta tenemos un ejemplo reciente de este tipo de circunstancia sociocultural, con el desastre natural de Gramalote que obligó al reasentamiento de su casco urbano mientras se lograba la reconstrucción. En los varios años que tomó este proceso, muchas de las personas que se asentaron en nuestra ciudad no retornaron, especialmente los jóvenes que encuentran nuevos desafíos y oportunidades en la ciudad que les acogió.

El paisaje social de nuestras ciudades cambió con la migración venezolana, en consecuencia  no debemos solo acostumbrarnos a él, sino asimilarlo con el objeto de sacar provecho de ello. Si solo se fija la mirada en los delincuentes o en las prostitutas, perderemos la oportunidad de nutrirnos del conocimiento de profesionales o empresarios virtuosos en varias áreas, que nos permitirán elevar nuestra capacidad empresarial, profesional y cultural.

Esta catástrofe humanitaria no puede seguir alimentando los odios trasnacionales, sino por el contrario debe procurar encontrar las oportunidades ocultas de mejora, incluido el ejercicio riguroso de las normas de convivencia social. Los colombianos y en especial los cucuteños más que nunca debemos convertirnos en verdaderos ciudadanos ejemplarizantes, para que quienes vengan a nuestro territorio se comporten de igual manera. Pero si nosotros mismos somos los que damos el mal ejemplo, poco o nada podremos exigir. Reza un adagio popular: “a la tierra que fueres, haz lo que vieres”.

Si socialmente no nos compartamos de la manera adecuada, no deberíamos rasgarnos las vestiduras exigiendo lo que nosotros mismos no hacemos. La mejor forma de cambio social empieza por casa y nada es más poderoso que el ejemplo. Identifiquemos con claridad las oportunidades detrás de la migración venezolana y elevemos nuestra condición sociocultural, al fin y al cabo de las crisis nacen ideas creativas.

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