Colombia se desangra ética  y moralmente, con el escándalo de corrupción que salpica a las instituciones más importantes del país, incluida la encargada de administrar justicia. Parece un contrasentido que la institucionalidad, donde debe darse ejemplo de pulcritud, origine las noticias de corrupción que hoy tienen en vilo al país.

Tanta noticia putrefacta y nauseabunda sobre corrupción, genera desesperanza a un pueblo cansado de tanta politiquería, y hace creer que las cosas van de mal en peor. Sin embargo quiero creer lo contrario. Confío en que asistimos a la mayor cruzada moral de la historia reciente; pronto caerán los jinetes del mal del país y otros huirán eludiendo responsabilidades, dándonos la oportunidad de renacer como Nación a un nuevo tiempo.

Las nuevas generaciones deben tomar como espejo de vida lo que está pasando y abstenerse de obrar incorrectamente, pues tarde que temprano el peso de la justicia divina y humana se cernirá sobre sus hombros, como hoy lo hace sobre algunos, que ostentaron altas dignidades.

La confesión de extorsión institucional efectuada desde la rama judicial, era el secreto a voces que nadie podía confirmar; hoy se revela de manera prodigiosa, generando estupor en todas la esferas.  Durante años y de manera resiliente quisimos creer que los comentarios sobre el tráfico de fallos exoneratorios a cambio de dinero, eran especulaciones tendenciosas y no la verdad que hoy se conoce.   

Es necesario intervenir la rama judicial, la cual se resquebrajó a todo nivel, con encádalos en las diferentes instancias y cerrando con el estallido cataclísmico de la alta corte, que se dio a conocer por los medios de comunicación. Es la oportunidad para reclamar justicia en el país, la cual no se circunscribe exclusivamente a la rama judicial, pero tiene gran parte de su incidencia en este poder.

Es el momento para ponerse la mano en el corazón, hacer un alto en el camino con un sincero mea culpa y sentarnos a construir de manera conjunta el país que queremos. Nuestra sociedad ya deshojó la margarita desde la perspectiva ética y moral dejando al descubierto lo bajo que se ha caído.  Necesitamos trabajar en las nuevas generaciones, en su solida formación en valores, los cuales se constituyen en los retenes éticos y morales individuales.

Debemos repensarnos y para ello es necesario combatir la corrupción desde la raíz, no podemos dejar que las nuevas generaciones se contaminen de la misma enfermedad cancerígena y letal que corroe lentamente. Necesitamos levantar hombres y mujeres con amor propio, dispuestos a asumir el reto, y lo suficientemente afirmados para decir: ¡No! a los ofrecimientos mezquinos de quienes quieren que esto continúe igual o peor. Creo que viene una generación cristalina naciendo de esta nube negra que hoy se cierne sobre nuestro país.