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De la mujer y las otras mujeres
Pero Dios se vio en un problema: ¿De qué material la haría?
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Lunes, 6 de Marzo de 2017

Y entonces dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo, sin quién le corte las uñas de los pies y le eche aire en las peludas piernas cuando arrecie el calor y le saque espinillas de la espalda. Hagámosle, pues, una compañera”.

Pero Dios se vio en un problema: ¿De qué material la haría? El barro bueno, de excelente calidad, tipo exportación, se le había acabado en el hombre.  ¿De madera? Las tablas las necesitaba para la cama doble de Adán y los taburetes y banquetas.  ¿De  piedra? La mujer debería ser tierna, amorosa y sentimental, lo que no se consigue con la piedra.

Lo mejor era, entonces, hacerla de su mismo cuerpo, de manera que el hombre la amara por ser parte de su yo. ¿Y de dónde? ¿De las tripas? ¿Del corazón? ¿Del cerebro? ¿De algún hueso? Se decidió por esta última alternativa: Listo, una costilla.

Y así fue. Una costilla más, una costilla menos, no lo notaría el hombre, poseedor de 24 costillas. Es un misterio divino el por qué Dios escogió una costilla falsa para su nueva creación, a sabiendas de las consecuencias que ello podría acarrear.

En fin, sus razones tendría Yaveh. Así, puso manos a la obra, con lo cual se metió en otro rollo. ¿Cómo hacer para que Adán no se enterara del robo que le iba a hacer? Siendo que el hombre es, como en efecto lo es, un cobarde para el dolor físico, ¿cómo hacerle la operación sin que lo sintiera?

Pero Dios todo lo puede. Como aún no se había inventado la anestesia, lo durmió. Le hizo dos, tres pases de magia, y Adán agachó la cabeza, sumido en un profundo letargo. Así pudo Dios extraerle la costilla falsa y ponerle todos los aderezos necesarios para atraer al hombre y a los hombres: cara bonita, cabello largo, sonrisa divina, busto y cola de reina, piernas torneadas. Dios sonrió satisfecho con lo que acababa de hacer, y con otra pase despertó al hombre.

Turuleto quedó el man ante semejante visión. Lo único que pudo decir fue: “¿Y esta joda?”.

-Es tu compañera, de ahora en adelante. Cuídala, quiérela y no la vayas a maltratar- le dijo el Creador.

El hombre se deshizo en halagos, maravillado con todo lo que tenía al frente. La mujer aprovechó entonces para montársela al pobre Adán, que no salía de su asombro. Y ahí mismo le pegó su primera cantaleta porque el hombre no hacía nada por estarla mirando.

-A ver, a ver, deje de mirarme como un bobo, séquese esas babas y hágale, mijo. A lo que vinimos, vamos.

Dicen los estudiosos del Antiguo Testamento, en especial del Génesis, que aquella primera cantaleteada y lo que vino luego, sucedieron un 8 de marzo, razón por la cual en esta fecha se celebra el Día de la Mujer. De la propia y de la ajena. Y de las otras. Feliz día para ellas. Y no tanto, para ellos.

 

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