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Cultura de la valorización (II)
Los gringos que la inventaron la llamaron “Betterment Levy” o gravamen por las mejoras.
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Miércoles, 27 de Junio de 2018

Como decía Fray Luis de León, decíamos ayer, que la contribución de la valorización es una cultura que desafortunadamente no hemos sembrado, ni regado en Cúcuta.

Contábamos como desde los años cincuenta desde el presupuesto de la Nación, se nos han realizado las más importantes inversiones urbanas, sin recurrir a la financiación por valorización, que existe desde la Ley 25 de 1921 en la cual se cometió el error de llamarla impuesto, cuando técnicamente escasamente tenía un barniz de contribución. Los gringos que la inventaron la llamaron “Betterment Levy” o gravamen por las mejoras. Mejoras que, según la ley, se puede pagar antes o después de hacerlas.

Pero sigamos con la historia de las grandes inversiones que nos dio la Nación, en cuya gestión hay nombres propios, que no citamos para no herir celos partidistas rojos o azules. 

La avenida Los Libertadores (8 kilómetros arborizados), el Canal Bogotá, (que suma en su eje y sus vertederos 15 kilómetros y recorre 24 barrios), la ampliación del acueducto de El Pórtico, la planta de tratamiento Tonchalá, fueron obras financiadas y pagadas por el Tesoro Nacional. Hubo algunos disfraces a título de créditos de la Banca Internacional, que por andar en la corruptela nunca pagamos y lo hizo el Tesoro Nacional. 

Ni técnicamente ni domésticamente trasladamos a la comunidad por esas mejoras que valorizaron toda la propiedad urbana sin discriminaciones de estratos la mal llamada contribución de valorización.

Solo con la administración de Ramiro Suárez Corzo la empezamos a descubrir con las megaobras que tanto mostramos a nuestros amigos y familiares que nos visitan, y a los turistas fugaces que se introducen del interior del país. Dos centros comerciales de considerables superficies que pudo realizar la inversión privada, exitosos aun en medio de la crisis, al fin mostramos puentes y round points elevados, al fin pudimos superar la racionalización del agua potable, con buen o mal contrato de concesión y eso, indudablemente ha valorizado  nuestras propiedades. ¿O no?

Las ciudades del Eje Cafetero son muy adictas a la construcción de sus obras por valorización, han sido poco “pedigüeñas”, de ahí que algunas como Manizales se coloquen como ejemplos de esta cultura, en la que llevan más de cuarenta años, pese a las dificultades topográficas que triplican los costos. 

Bogotá recoge, actualmente, unos mil millones de dólares por valorización para invertir en obras públicas y otras ciudades como Cali, Barranquilla, Bucaramanga y Medellín que han acogido la metodología manizaleña.  Metodología fundamentada en el beneficio en términos de plusvalía, mediante el “doble avalúo simple” y reparte luego el cobro teniendo en cuanta la capacidad de pago de cada estrato.

Adenda: Felicitaciones a Héctor Parra por su sexta reelección. Dios lo guie en la continuación de las rectificaciones exitosas de la exrectora Toloza, sobre todo en pulcritud.

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